18/06/2018, 19:08
—... bien muerto —la chica finalizó la afirmación de Etsu, remarcando lo obvio.
Pudieron percibir un jaleo al final de la calle, a la espalda de los tres presentes que todavía conservaban el regalo de la vida. Se aproximaban varias personas, todas al trote. El metal que componía sus armaduras tintineaba al son de la carrera, produciendo la melodía tan característica de las maru dō de acero.
—¡QUIETO!
Era una formación lateral de cinco individuos, todos en fila, separados metro y medio entre sí. Casi cubrían la calle de extremo a extremo. Quedaron a unos tres metros de los jóvenes.
Empuñaban nagitanas —alzadas y apuntando a los dos ninjas y el perro— y todos llevaban una katana al cinto, además de la ya mencionada armadura. Era la Guardia Feudal.
Había hablado el del centro, de aspecto más adulto y curtido que sus compañeros.
—¡Al suelo! ¡Y que el chucho no haga nada! —se dirigió, en todo momento, a Etsu.
Pudieron percibir un jaleo al final de la calle, a la espalda de los tres presentes que todavía conservaban el regalo de la vida. Se aproximaban varias personas, todas al trote. El metal que componía sus armaduras tintineaba al son de la carrera, produciendo la melodía tan característica de las maru dō de acero.
—¡QUIETO!
Era una formación lateral de cinco individuos, todos en fila, separados metro y medio entre sí. Casi cubrían la calle de extremo a extremo. Quedaron a unos tres metros de los jóvenes.
Empuñaban nagitanas —alzadas y apuntando a los dos ninjas y el perro— y todos llevaban una katana al cinto, además de la ya mencionada armadura. Era la Guardia Feudal.
Había hablado el del centro, de aspecto más adulto y curtido que sus compañeros.
—¡Al suelo! ¡Y que el chucho no haga nada! —se dirigió, en todo momento, a Etsu.