21/06/2018, 16:56
El Uchiha asintió, complacido, cuando Karma le relató la sinopsis del libro que tenía entre manos.
—Ah, intriga, persecuciones, dilemas humanos y acción —enumeró, satisfecho—. Bien, bien.
No era ningún secreto que Uchiha Akame podía tratarse de uno de los mayores lectores de Oonindo —si es que uno no tenía reparos en exagerar—. Él lo pensaba así, al menos. Por eso mismo le contentaba ver que su alumna tenía buen gusto y sabía elegir sus obras; «al menos todavía no la he visto con uno de esos insufribles pastiches que circulan por ahí entre manos. Héroes arquetípicos, tramas predecibles donde todo fluye tal y como te esperas, personajes vacíos... Meh»
Sin embargo, la sonrisa se le heló en el rostro cuando la kunoichi sacó a colación uno de los mangas del tal Uzumaki Ralexion, el shinobi que abandonó la senda del ninja para ser dibujante y escritor. Karma empezó a describir el argumento del manga —o hentai, más bien— y el rostro de Akame se fue tornando más y más rojo.
Al final, el jōnin tuvo que excusarse.
—¡B... Bueno! ¡Yo no he leído ese concretamente! —articuló, torpemente—. ¡Además! No hemos venido a eso. ¿Qué te trae por Los Herreros?
—Ah, intriga, persecuciones, dilemas humanos y acción —enumeró, satisfecho—. Bien, bien.
No era ningún secreto que Uchiha Akame podía tratarse de uno de los mayores lectores de Oonindo —si es que uno no tenía reparos en exagerar—. Él lo pensaba así, al menos. Por eso mismo le contentaba ver que su alumna tenía buen gusto y sabía elegir sus obras; «al menos todavía no la he visto con uno de esos insufribles pastiches que circulan por ahí entre manos. Héroes arquetípicos, tramas predecibles donde todo fluye tal y como te esperas, personajes vacíos... Meh»
Sin embargo, la sonrisa se le heló en el rostro cuando la kunoichi sacó a colación uno de los mangas del tal Uzumaki Ralexion, el shinobi que abandonó la senda del ninja para ser dibujante y escritor. Karma empezó a describir el argumento del manga —o hentai, más bien— y el rostro de Akame se fue tornando más y más rojo.
Al final, el jōnin tuvo que excusarse.
—¡B... Bueno! ¡Yo no he leído ese concretamente! —articuló, torpemente—. ¡Además! No hemos venido a eso. ¿Qué te trae por Los Herreros?