25/06/2018, 20:50
Maestro y alumna caminaron bajo el enérgico —e inclemente— sol de verano. Karma se decidió a ignorarlo, tratando de mostrarse estoica, como una auténtica kunoichi, pero su cuerpo y sus sistemas defensivos no podían hacerlo. Así que no tardó en empezar a sudar, en tal de regular la temperatura.
Observó con curiosidad al Uchiha cuando, sin previo aviso, se desvió del centro de la calle para aproximarse a uno de los multitudinarios puestos desparramados a lo largo y ancho de la vía. Parecía que buscaba un kasa; un objetivo de lo más comprensible. Karma, por su parte, siguió insistiendo en comportarse como si el calor no hiciera mella en ella, al contrario de lo que su frente perlada de sudor declaraba. Aguardó, paciente, a que su sensei terminara de regatear.
Entonces esbozó una tímida sonrisa al ver al moreno con el sombrero.
—No te queda mal.
Abandonaron Los Herreros por su puerta sur poco después. Karma no tardó en dejar atrás el ancho camino de piedra —la carretera principal— para pisar la hierba que crecía sobre la tierra todavía no procesada por la mano del hombre, hacia el oeste.
—Bueno... —dejó escapar tras unos minutos, cuando el tedio de caminar sin que nada digno de mención aconteciese cayó sobre el ambiente como una plancha de hierro—. Ahora que tenemos un trecho por delante y estamos lejos de la civilización, ¿te importa si te pregunto sobre tus habilidades, sensei? Supongo que tú conoces las mías.
Observó con curiosidad al Uchiha cuando, sin previo aviso, se desvió del centro de la calle para aproximarse a uno de los multitudinarios puestos desparramados a lo largo y ancho de la vía. Parecía que buscaba un kasa; un objetivo de lo más comprensible. Karma, por su parte, siguió insistiendo en comportarse como si el calor no hiciera mella en ella, al contrario de lo que su frente perlada de sudor declaraba. Aguardó, paciente, a que su sensei terminara de regatear.
Entonces esbozó una tímida sonrisa al ver al moreno con el sombrero.
—No te queda mal.
Abandonaron Los Herreros por su puerta sur poco después. Karma no tardó en dejar atrás el ancho camino de piedra —la carretera principal— para pisar la hierba que crecía sobre la tierra todavía no procesada por la mano del hombre, hacia el oeste.
—Bueno... —dejó escapar tras unos minutos, cuando el tedio de caminar sin que nada digno de mención aconteciese cayó sobre el ambiente como una plancha de hierro—. Ahora que tenemos un trecho por delante y estamos lejos de la civilización, ¿te importa si te pregunto sobre tus habilidades, sensei? Supongo que tú conoces las mías.