9/09/2015, 20:07
—Oh, no. Llámame sólo Ayame, por favor —pidió, con el gesto ligeramente torcido, cuando Blame se refirió a ella como "señorita Aotsuki". Nunca había sido muy amiga de los protocolos, aunque ella los siguiera a rajatabla. Pero simplemente no podía soportar la idea de que la llamaran de otra manera que no fuera por simplemente su nombre.
Blame hizo una nueva suposición con respecto a las dos personas que estaba buscando, y ella se llevó una mano al mentón con gesto pensativo.
—Es posible... después de todo era nuestro principal destino... —murmuró, ladeando el rostro ligeramente.
Había fijado la mirada en los portones de entrada del castillo, en la inmensa muchedumbre que se agolpaba allí. Ni siquiera guardaban un orden claro, no había filas o colas que seguir. Si quisieran entrar para comprobar sus sospechas, tendrían que colocarse en el borde del amasijo de cuerpos y hacerse paso como pudieran hasta el interior. Posiblemente tendrían que lidiar con gritos de desagrado, acusaciones de que intentaban colarse, pisotones, empujones...
Incluso era posible que incluso perdiera en el proceso a la única persona que parecía dispuesta a ayudarla.
—¿Pero cómo podemos entrar para averiguarlo? Atravesar esa masa de personas nos podría llevar horas, y entonces...
No se le ocurría nada. Incluso llegó a acariciar la idea de la bomba de humo. Pero no, aquella no era siquiera una opción.
Blame hizo una nueva suposición con respecto a las dos personas que estaba buscando, y ella se llevó una mano al mentón con gesto pensativo.
—Es posible... después de todo era nuestro principal destino... —murmuró, ladeando el rostro ligeramente.
Había fijado la mirada en los portones de entrada del castillo, en la inmensa muchedumbre que se agolpaba allí. Ni siquiera guardaban un orden claro, no había filas o colas que seguir. Si quisieran entrar para comprobar sus sospechas, tendrían que colocarse en el borde del amasijo de cuerpos y hacerse paso como pudieran hasta el interior. Posiblemente tendrían que lidiar con gritos de desagrado, acusaciones de que intentaban colarse, pisotones, empujones...
Incluso era posible que incluso perdiera en el proceso a la única persona que parecía dispuesta a ayudarla.
—¿Pero cómo podemos entrar para averiguarlo? Atravesar esa masa de personas nos podría llevar horas, y entonces...
No se le ocurría nada. Incluso llegó a acariciar la idea de la bomba de humo. Pero no, aquella no era siquiera una opción.