10/07/2018, 01:03
Daruu apoyó las manos en la húmeda hierba, y por un momento, se regocijó en su olor. En la sensación de la lluvia cayéndole en la piel, mojándole el pelo. En el rugido de un trueno lejano. Se levantó, acariciándose la espalda allá en el lugar del golpe.
—Confiaste en mi, y aquí estamos. Si Ayame, Kaido y Akame quisiesen entrometerse, probablemente tardarían una semana en llegar. Eso si nos encuentran. —Sonrió con cierta satisfacción, saboreando cada una de las palabras—. Ahora me toca a mí confiar en ti. Nada de Fūinjutsu. Nada de tretas. El Sharingan mejor te lo dejas en casa. Vamos a hablar con los corazones abiertos.
Se estiró los brazos cruzándolos detrás de la espalda, buscó un árbol razonablemente bien colocado y se sentó apoyando la espalda de modo que la pendiente quedara hacia arriba desde su mirada, como si fuese el respaldo de una hamaca de playa.
—No sé lo que le ha pasado a Aiko, pero nosotros no tenemos la culpa.
—Confiaste en mi, y aquí estamos. Si Ayame, Kaido y Akame quisiesen entrometerse, probablemente tardarían una semana en llegar. Eso si nos encuentran. —Sonrió con cierta satisfacción, saboreando cada una de las palabras—. Ahora me toca a mí confiar en ti. Nada de Fūinjutsu. Nada de tretas. El Sharingan mejor te lo dejas en casa. Vamos a hablar con los corazones abiertos.
Se estiró los brazos cruzándolos detrás de la espalda, buscó un árbol razonablemente bien colocado y se sentó apoyando la espalda de modo que la pendiente quedara hacia arriba desde su mirada, como si fuese el respaldo de una hamaca de playa.
—No sé lo que le ha pasado a Aiko, pero nosotros no tenemos la culpa.