11/07/2018, 20:36
Karma hizo palmas. Ya no podía contener las carcajadas, ahora se reía de buena gana, deleitándose con la anécdota.
—¡Menuda historia! —exclamó—. ¡Parece que Amegakure es más interesante que Uzushiogakure, después de todo!
Alguien se aproximó a ellas mientras la kunoichi llenaba el aire con su chanza. Se trataba de la mujer que no había parado de observar descaradamente a la pelivioleta.
Era de estatura baja, cabellos azabache cortos y muy bien arreglados. Iba vestida con un kimono de seda adornado con motivos florales; un solo vistazo dejaba claro lo elevado de su calidad, y por lo tanto, de su precio. Era bellísima, siendo simple y directo: facciones de muñeca, pechos turgentes, caderas marcadas y trasero generoso. Olía a rosas, y por donde pasaba dejaba su seductiva fragancia.
Su forma de andar y semblante en general eran sugerentes, siempre con una sonrisa confiada en sus suaves labios, un pronunciado escote que dejaba ver un gracioso lunar en su pecho derecho...
La estampa de la mujer gritaba: "Tengo dinero o me acuesto con alguien que lo tiene, estoy como un queso y me aprovecho de ello siempre que puedo, cualquier hombre se tiraría por un barranco si a cambio pudiese ganar mi favor. Las cosas siempre van a salir como yo quiero y no estoy dispuesta a aceptar un resultado distinto". Karma conocía a ese tipo, lo había visto antes. Lo detestaba...
—Disculpen, señoritas —les dijo a ambas, buscando llamar su anteción—. ¿Podrían dedicarme un minuto de su tiempo?
Había parado a un metro del dúo de kunoichis.
La Kojima ladeó el rostro y torció el gesto. Quedó en silencio, esperando que Reika respondiese en su lugar. «No estoy ahora mismo para estas mierdas», se dijo. Que casualidad, el dolor de cabeza le estaba volviendo...
—¡Menuda historia! —exclamó—. ¡Parece que Amegakure es más interesante que Uzushiogakure, después de todo!
Alguien se aproximó a ellas mientras la kunoichi llenaba el aire con su chanza. Se trataba de la mujer que no había parado de observar descaradamente a la pelivioleta.
Era de estatura baja, cabellos azabache cortos y muy bien arreglados. Iba vestida con un kimono de seda adornado con motivos florales; un solo vistazo dejaba claro lo elevado de su calidad, y por lo tanto, de su precio. Era bellísima, siendo simple y directo: facciones de muñeca, pechos turgentes, caderas marcadas y trasero generoso. Olía a rosas, y por donde pasaba dejaba su seductiva fragancia.
Su forma de andar y semblante en general eran sugerentes, siempre con una sonrisa confiada en sus suaves labios, un pronunciado escote que dejaba ver un gracioso lunar en su pecho derecho...
La estampa de la mujer gritaba: "Tengo dinero o me acuesto con alguien que lo tiene, estoy como un queso y me aprovecho de ello siempre que puedo, cualquier hombre se tiraría por un barranco si a cambio pudiese ganar mi favor. Las cosas siempre van a salir como yo quiero y no estoy dispuesta a aceptar un resultado distinto". Karma conocía a ese tipo, lo había visto antes. Lo detestaba...
—Disculpen, señoritas —les dijo a ambas, buscando llamar su anteción—. ¿Podrían dedicarme un minuto de su tiempo?
Había parado a un metro del dúo de kunoichis.
La Kojima ladeó el rostro y torció el gesto. Quedó en silencio, esperando que Reika respondiese en su lugar. «No estoy ahora mismo para estas mierdas», se dijo. Que casualidad, el dolor de cabeza le estaba volviendo...