14/07/2018, 01:18
Cuando la interrogante se escapó de mis labios aún no lo sabía, ignoraba el hecho de que no había pasado más de un minuto y la primera regla ya había sido rota; fue un segundo más tarde cuando noté como la kunoichi masajeaba sus orbes de manera alterada.
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
Aquellas palabras retumbaban en mi mente como sí me hubiese sumergido en un remolino que me arrastraría hacia el suspenso de la segunda prueba sin siquiera haber empezado. Empalidecí nuevamente esperando a que la mujer notificara que estaba descalifidado o algo similar, no podía hacer nada más que aceptar con resignación...
¿Acaso todo venía desde más atrás? Dudé por un momento al recordar la nota de la primera prueba, un examen relativamente fácil según mi perspectiva, pero era evidente que había sido muy honesto y por ello había desaprobado, había aprendido una lección en ese momento...
Cuando escuché que habló cerré los ojos con fuerza para no sentir su mirada cuando dijese que estaba totalmente fuera.
— A ver, Keisuke. Solo te han dado una cosa que no debías hacer. Solo una. Bueno, da igual. No voy a echarte un sermón cuando la cagada ya está hecha. Siéntate y nada de preguntas ni interrupciones. De hecho, mejor no digas nada hasta que no te lo diga yo.
Tragué grueso cuando dio su juicio y abrí los ojos, enviándole una mirada de agradecimiento.
A partir de ahí me mantuve en silencio, me senté justo en el cojín frente a ella obedeciendo sin rechistar, no podía seguir metiendo la pata en todas las pruebas. Después de que me encontraba cómodo la examinadora comenzó a explicar lo que vendría a continuación.
"Decisiones rápidas..." Me dije dudoso. "Decidir mal rápido y decidir bien tarde es igual de malo" Repetí, no quería dejar nada por fuera.
Llegado a este punto no es que desconfiase de mis habilidades, es que no me sentía totalmente seguro
—¿Sigues o abandonas?
Sentí la presión de la mirada de la mujer, quizá buscaba alguna excusa, algo de duda, o algún signo para lograr más presión en mi, para lograr que abandonase... Pero yo no me iba a ir con un gran cero de la segunda prueba.
Quizá no había hecho el mejor desempeño, desaprobé la primera prueba y había roto la primera regla de la segunda, pero uno o dos errores podía cometerlos cualquiera, ¿no? Solo debía empezar a demostrar mis aciertos.
—Sigo.— Respondí con una misteriosa seguridad que ni yo mismo sabía de donde salió, solo esperaba haber tomado la decisión correcta y poder dar una mejor imagen a partir de ahí.
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
—Un gusto, ¿cómo debería dirigirme a usted?
Aquellas palabras retumbaban en mi mente como sí me hubiese sumergido en un remolino que me arrastraría hacia el suspenso de la segunda prueba sin siquiera haber empezado. Empalidecí nuevamente esperando a que la mujer notificara que estaba descalifidado o algo similar, no podía hacer nada más que aceptar con resignación...
¿Acaso todo venía desde más atrás? Dudé por un momento al recordar la nota de la primera prueba, un examen relativamente fácil según mi perspectiva, pero era evidente que había sido muy honesto y por ello había desaprobado, había aprendido una lección en ese momento...
Cuando escuché que habló cerré los ojos con fuerza para no sentir su mirada cuando dijese que estaba totalmente fuera.
— A ver, Keisuke. Solo te han dado una cosa que no debías hacer. Solo una. Bueno, da igual. No voy a echarte un sermón cuando la cagada ya está hecha. Siéntate y nada de preguntas ni interrupciones. De hecho, mejor no digas nada hasta que no te lo diga yo.
Tragué grueso cuando dio su juicio y abrí los ojos, enviándole una mirada de agradecimiento.
A partir de ahí me mantuve en silencio, me senté justo en el cojín frente a ella obedeciendo sin rechistar, no podía seguir metiendo la pata en todas las pruebas. Después de que me encontraba cómodo la examinadora comenzó a explicar lo que vendría a continuación.
"Decisiones rápidas..." Me dije dudoso. "Decidir mal rápido y decidir bien tarde es igual de malo" Repetí, no quería dejar nada por fuera.
Llegado a este punto no es que desconfiase de mis habilidades, es que no me sentía totalmente seguro
—¿Sigues o abandonas?
Sentí la presión de la mirada de la mujer, quizá buscaba alguna excusa, algo de duda, o algún signo para lograr más presión en mi, para lograr que abandonase... Pero yo no me iba a ir con un gran cero de la segunda prueba.
Quizá no había hecho el mejor desempeño, desaprobé la primera prueba y había roto la primera regla de la segunda, pero uno o dos errores podía cometerlos cualquiera, ¿no? Solo debía empezar a demostrar mis aciertos.
—Sigo.— Respondí con una misteriosa seguridad que ni yo mismo sabía de donde salió, solo esperaba haber tomado la decisión correcta y poder dar una mejor imagen a partir de ahí.