15/07/2018, 23:17
Hasta entonces, Daruu lo había tenido claro. Muy claro. Había hecho el papel de confidente, de negociador. Había sido un ninja, y había conseguido la información que buscaba. No sólo había un traidor en Amegakure, que había proporcionado información a un shinobi de otra villa, sino que además Uchiha Datsue suponía una amenaza real incluso para la propia kage.
Ahora sólo tenía que seguirle la corriente a su presa, y desde su posición de cercanía a la villa, comunicarle rápidamente todo a Yui. Un plan perfecto.
Pero aquél fatídico día, ante aquella revelación funesta, Daruu descubrió que a su respuesta a la última pregunta del examen de chuunin le faltaba un último añadido.
Daruu tenía delante a una persona. Un ser humano con preocupaciones, con sentimientos, con anhelos, con seres queridos. Había hecho muchas cosas mal, pero por extraño que pueda parecer después de los ataques que habían sufrido sus compatriotas, el muchacho empatizaba con él. La pregunta que tuvo que hacerse, una obligada, que casi ni pensó, fue muy sencilla: ¿y si fuera Ayame? ¿Y si fuera su madre?
Nada le detendría.
Por eso, Daruu se tuvo que imaginar delante de una bifurcación, en un prado oscuro y con la larga hierba, meciéndose al viento, manchada de sangre. De su sangre.
A un lado del camino, estaba la Torre de la Arashikage. Daruu podría tomarlo, iría allí, contaría a Yui todo lo que había pasado y de paso conocería la identidad del traidor y del chuunin que los delató. Podría proteger a su compatriota, y podría dar caza a la rata que le había metido en todo aquél embrollo. Pero Datsue acabaría dándose cuenta. Y entonces estaría traicionando su confianza.
Al otro lado, Datsue le tendía la mano. Juntos rescataban a su compañera del lago, de un castigo injusto por una líder impulsiva y cruel. Pero más allá, alguien de su villa esperaba con los ojos muy alerta. Quizás algún jounin. Quizás uno de sus propios amigos. Quizás Ayame y Kaido. Su madre. Zetsuo. Entonces, Yui se enteraría, y él estaría traicionando a su propia aldea. O quizás, la propia Aiko buscase venganza por su exilio y él no sería capaz de detenerla. Yui podría morir por culpa suya, o en el mejor de los casos acabaría de nuevo con Aiko y entonces investigaría, y se daría cuenta de que Daruu había sido el cómplice de un intento de regicidio. No sería cosa mejor que su propio padre, a quien ya habían ajusticiado tiempo ha y de cuyo apellido había renegado.
Sin embargo, Daruu tenía que tomar un camino, o verse obligado a caminar el de enmedio. Cualquiera de los actores presentes en los caminos de diestra y siniestra estarían al filo de una katana de enterarse de que estaba jugando al juego del espía doble.
El muchacho cerró los ojos y se mantuvo en silencio durante un largo tiempo. Respiró hondo, y dio un paso al frente, claro está, en un supuesto imaginario. En el mundo de los dos caminos.
Tomó una decisión.
—Sellada en el fondo del lago de Amegakure. Ja. Sería más fácil de encontrar si todavía tuviera mi Byakugan —dijo—. Pero mejor ni pensarlo. Tú eres bueno con los Fuuinjutsu, pero está claro que te ahogarías antes de llegar allá abajo y buscar el lugar del sello. Es curioso, Datsue, es curioso...
Se encogió de hombros.
—Las dos únicas personas que conozco que pueden respirar bajo el agua están muy, pero que muy cabreadas contigo.
Ahora sólo tenía que seguirle la corriente a su presa, y desde su posición de cercanía a la villa, comunicarle rápidamente todo a Yui. Un plan perfecto.
Pero aquél fatídico día, ante aquella revelación funesta, Daruu descubrió que a su respuesta a la última pregunta del examen de chuunin le faltaba un último añadido.
Aquél día Daruu descubrió que un verdadero ninja debe de tomar decisiones difíciles.
Daruu tenía delante a una persona. Un ser humano con preocupaciones, con sentimientos, con anhelos, con seres queridos. Había hecho muchas cosas mal, pero por extraño que pueda parecer después de los ataques que habían sufrido sus compatriotas, el muchacho empatizaba con él. La pregunta que tuvo que hacerse, una obligada, que casi ni pensó, fue muy sencilla: ¿y si fuera Ayame? ¿Y si fuera su madre?
Nada le detendría.
Por eso, Daruu se tuvo que imaginar delante de una bifurcación, en un prado oscuro y con la larga hierba, meciéndose al viento, manchada de sangre. De su sangre.
A un lado del camino, estaba la Torre de la Arashikage. Daruu podría tomarlo, iría allí, contaría a Yui todo lo que había pasado y de paso conocería la identidad del traidor y del chuunin que los delató. Podría proteger a su compatriota, y podría dar caza a la rata que le había metido en todo aquél embrollo. Pero Datsue acabaría dándose cuenta. Y entonces estaría traicionando su confianza.
Correría su sangre.
Al otro lado, Datsue le tendía la mano. Juntos rescataban a su compañera del lago, de un castigo injusto por una líder impulsiva y cruel. Pero más allá, alguien de su villa esperaba con los ojos muy alerta. Quizás algún jounin. Quizás uno de sus propios amigos. Quizás Ayame y Kaido. Su madre. Zetsuo. Entonces, Yui se enteraría, y él estaría traicionando a su propia aldea. O quizás, la propia Aiko buscase venganza por su exilio y él no sería capaz de detenerla. Yui podría morir por culpa suya, o en el mejor de los casos acabaría de nuevo con Aiko y entonces investigaría, y se daría cuenta de que Daruu había sido el cómplice de un intento de regicidio. No sería cosa mejor que su propio padre, a quien ya habían ajusticiado tiempo ha y de cuyo apellido había renegado.
Y su sangre bañaría la hierba.
Sin embargo, Daruu tenía que tomar un camino, o verse obligado a caminar el de enmedio. Cualquiera de los actores presentes en los caminos de diestra y siniestra estarían al filo de una katana de enterarse de que estaba jugando al juego del espía doble.
Y el lago de Amegakure se teñiría de rojo con su sangre.
El muchacho cerró los ojos y se mantuvo en silencio durante un largo tiempo. Respiró hondo, y dio un paso al frente, claro está, en un supuesto imaginario. En el mundo de los dos caminos.
Tomó una decisión.
—Sellada en el fondo del lago de Amegakure. Ja. Sería más fácil de encontrar si todavía tuviera mi Byakugan —dijo—. Pero mejor ni pensarlo. Tú eres bueno con los Fuuinjutsu, pero está claro que te ahogarías antes de llegar allá abajo y buscar el lugar del sello. Es curioso, Datsue, es curioso...
Se encogió de hombros.
—Las dos únicas personas que conozco que pueden respirar bajo el agua están muy, pero que muy cabreadas contigo.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)