30/07/2018, 22:40
Nuestro opresor sonrió maliciosamente, se mantuvo en silencio y lanzó una mirada a su cómplice, los dientes del metal no tardaron en masticar aquel trozo de carne, noté como mi colega abrió su boca para dejar escapar un alarido, y a pesar de tener un tétrica escena frente a mi, mis ojos no podían dejar de mirarlo todo; en el momento en que debía escuchar aquel grito de dolor, el tiempo se detuvo, y yo con el tiempo. Rápidamente descubrí que aún estando congelado, no todo se había detenido puesto que pude sentir cada latido de mi corazón con claridad, antes por todo lo que ocurría en mi alrededor no podía notarlo, pero ahora sabía que latía tan rápido que me causaba cierta angustia.
Aquel líquido escarlata que yacía en la sierra también se movía, es escurría sin ningún problema por el metal hasta llegar el precipicio por el cual empezaron a caer ciento de gotas, que no dudaron en convertirse en un flujo sanguíneo constante hasta precipitarse totalmente; quise mover mi cuerpo, salir de aquella restricción, cerrar mis ojos, hacer cualquier cosa que pudiera protegerme o distanciarme temporalmente de la escena, no obstante, nada e aquello era posible, mi única función disponible era mover mis orbes y en aquella sala no había ninguna esquina que pudiera aminorar el hecho de que acababa de presenciar un acto de tortura, de que mis oídos seguían escuchando el molesto sonido de la sangre.
Intenté despejar la mente, pero era imposible.
¿Cuánto tiempo me quedaría ahí?
"Es un examen, resiste" Me dije repentinamente
En el piso quedaba la viva prueba del devastador ataque de los maleantes, un charco que cada vez se hacía más y más grande, la sangre de aquel shinobi siguió alimentando aquel pozo que se extendió totalmente hasta alcanzarme, habrían pasado varios minutos que para mi fue un largo tiempo, hasta aquel momento, el momento en que nuestro encuentro se hizo inminente y entonces la habitación se transformó.
Me encontraba nuevamente en la sala anterior, aquella que se vestía de un pulcro blanco, más, en esta ocasión aquel tinte escarlata manchaba todo bienestar que pudo haber existido; ahora era una sala con sed de sangre, y a pesar de que estaba bebiéndola parecía totalmente insaciable. Nuevamente debía justificar la respuesta a la situación anterior, pero no podía concentrarme tan fácilmente, puesto que las letras de la pared se precipitaban también, podía sentir la calidez y viscosidad en mis desnudos pies, y ese no era el único lugar manchado por la sangre de mi compatriota, mis manos y mis rodillas lucían aquel horrendo color, inevitable era pensar que no se trataba de sangre, incluso el olor a muerte inundaba el ambiente, aquel olor característico e inconfundible.
Me mantenía con la vestimenta del prisionero, el rehén de la cárcel manchada con sangre...
Respiré profundo y esperé unos segundos para retomar la compostura.
—Nos encontrábamos en una situación totalmente desfavorable y probablemente ambos terminásemos muertos dijésemos lo que dijésemos, no había una respuesta correcta para nuestros captores y de haberla no viviríamos para contarlo.— Eso era lo que hubiera hecho yo en todo caso e imaginaba que la mayoría de los ninjas actuarían de esa manera. —Incluso de saber la respuesta correcta nunca podría haber revelado su identidad, el hecho en sí es que realmente no sé quien es el guardián del bijuu, respondí con rapidez, creo que pude haber dicho alguna otra cosa pero estaba a contrarreloj y esas fueron las primera palabras que salieron por mi boca.— Expliqué brevemente. —No tenía nada que perder, y quizá algo que ganar; considero que sería lógico deducir que hay cierta información confidencial que no maneja todo el mundo, y solo quedaba las probabilidades de que encontraran a alguien que supiera la información, otra en la que la persona secuestrada hablase y otra en lo que dijera esa persona fuera fidedigno; y eso en el peor de los casos...
Aquel líquido escarlata que yacía en la sierra también se movía, es escurría sin ningún problema por el metal hasta llegar el precipicio por el cual empezaron a caer ciento de gotas, que no dudaron en convertirse en un flujo sanguíneo constante hasta precipitarse totalmente; quise mover mi cuerpo, salir de aquella restricción, cerrar mis ojos, hacer cualquier cosa que pudiera protegerme o distanciarme temporalmente de la escena, no obstante, nada e aquello era posible, mi única función disponible era mover mis orbes y en aquella sala no había ninguna esquina que pudiera aminorar el hecho de que acababa de presenciar un acto de tortura, de que mis oídos seguían escuchando el molesto sonido de la sangre.
Intenté despejar la mente, pero era imposible.
¿Cuánto tiempo me quedaría ahí?
"Es un examen, resiste" Me dije repentinamente
En el piso quedaba la viva prueba del devastador ataque de los maleantes, un charco que cada vez se hacía más y más grande, la sangre de aquel shinobi siguió alimentando aquel pozo que se extendió totalmente hasta alcanzarme, habrían pasado varios minutos que para mi fue un largo tiempo, hasta aquel momento, el momento en que nuestro encuentro se hizo inminente y entonces la habitación se transformó.
Me encontraba nuevamente en la sala anterior, aquella que se vestía de un pulcro blanco, más, en esta ocasión aquel tinte escarlata manchaba todo bienestar que pudo haber existido; ahora era una sala con sed de sangre, y a pesar de que estaba bebiéndola parecía totalmente insaciable. Nuevamente debía justificar la respuesta a la situación anterior, pero no podía concentrarme tan fácilmente, puesto que las letras de la pared se precipitaban también, podía sentir la calidez y viscosidad en mis desnudos pies, y ese no era el único lugar manchado por la sangre de mi compatriota, mis manos y mis rodillas lucían aquel horrendo color, inevitable era pensar que no se trataba de sangre, incluso el olor a muerte inundaba el ambiente, aquel olor característico e inconfundible.
Me mantenía con la vestimenta del prisionero, el rehén de la cárcel manchada con sangre...
Respiré profundo y esperé unos segundos para retomar la compostura.
—Nos encontrábamos en una situación totalmente desfavorable y probablemente ambos terminásemos muertos dijésemos lo que dijésemos, no había una respuesta correcta para nuestros captores y de haberla no viviríamos para contarlo.— Eso era lo que hubiera hecho yo en todo caso e imaginaba que la mayoría de los ninjas actuarían de esa manera. —Incluso de saber la respuesta correcta nunca podría haber revelado su identidad, el hecho en sí es que realmente no sé quien es el guardián del bijuu, respondí con rapidez, creo que pude haber dicho alguna otra cosa pero estaba a contrarreloj y esas fueron las primera palabras que salieron por mi boca.— Expliqué brevemente. —No tenía nada que perder, y quizá algo que ganar; considero que sería lógico deducir que hay cierta información confidencial que no maneja todo el mundo, y solo quedaba las probabilidades de que encontraran a alguien que supiera la información, otra en la que la persona secuestrada hablase y otra en lo que dijera esa persona fuera fidedigno; y eso en el peor de los casos...