31/07/2018, 13:11
Akame no pudo contener una mueca de sorpresa al ver al joven monje de Amegakure aparecer en el destartalado embarcadero.
—Karamaru-san, lo mismo digo —respondió al saludo con una media sonrisa—. ¿También has venido a disfrutar del famoso pescado con papas de Colapescado, o quizás...?
El Uchiha no quiso asumir las intenciones de su colega de profesión en aquel pueblo, pero visto lo visto, le costaba no imaginar que el propio Karamaru estaba allí por una razón muy similar a la de ellos. «Bueno, ya estamos metidos en esto. Cuantos más seamos, mejor», razonó el jōnin.
Reika, por su parte, se limitó a apenas reconocer al recién llegado antes de volverse hacia el pescador y lanzarle algunas preguntas. Urashima, por su parte, parecía tan abatido y resignado como Yemi Sin Yemas asustado. «Claramente la influencia del Trucho Torcido en este lugar no debe ser subestimada... Todos parecen temerle o estar simplemente resignados a vivir bajo la suela de sus botas», se dijo Akame.
—¿Si está en la zona? —preguntó el pescador, genuinamente sorprendido—. Pues... La verdad es que... No tengo ni idea —acabó por decir, después de reflexionar unos segundos—. No es que sea alguien muy... Público. No le hace falta dejarse ver, sus sicarias hacen todo el trabajo...
Aquello sí que arrancó una exclamación del sorpresa al joven Uchiha.
—Vaya, debe de ser el primer hampón que conozco que no gusta de pavonearse por sus dominios —confesó, sincero—. ¿Puede decirnos al menos qué aspecto tiene? ¿Dónde vive?
Urashima se encogió de hombros.
—Pues... La verdad es que nunca le he visto. Ni yo, ni nadie que yo conozca —admitió—. Y dónde vive... Tampoco lo sé. Como les digo, no es un personaje demasiado público, y no le hace falta. Todo el mundo en Colapescado sabe que él está al mando, y si a alguien se le olvida, sus muchachas se encargan de recordárselo.
—Karamaru-san, lo mismo digo —respondió al saludo con una media sonrisa—. ¿También has venido a disfrutar del famoso pescado con papas de Colapescado, o quizás...?
El Uchiha no quiso asumir las intenciones de su colega de profesión en aquel pueblo, pero visto lo visto, le costaba no imaginar que el propio Karamaru estaba allí por una razón muy similar a la de ellos. «Bueno, ya estamos metidos en esto. Cuantos más seamos, mejor», razonó el jōnin.
Reika, por su parte, se limitó a apenas reconocer al recién llegado antes de volverse hacia el pescador y lanzarle algunas preguntas. Urashima, por su parte, parecía tan abatido y resignado como Yemi Sin Yemas asustado. «Claramente la influencia del Trucho Torcido en este lugar no debe ser subestimada... Todos parecen temerle o estar simplemente resignados a vivir bajo la suela de sus botas», se dijo Akame.
—¿Si está en la zona? —preguntó el pescador, genuinamente sorprendido—. Pues... La verdad es que... No tengo ni idea —acabó por decir, después de reflexionar unos segundos—. No es que sea alguien muy... Público. No le hace falta dejarse ver, sus sicarias hacen todo el trabajo...
Aquello sí que arrancó una exclamación del sorpresa al joven Uchiha.
—Vaya, debe de ser el primer hampón que conozco que no gusta de pavonearse por sus dominios —confesó, sincero—. ¿Puede decirnos al menos qué aspecto tiene? ¿Dónde vive?
Urashima se encogió de hombros.
—Pues... La verdad es que nunca le he visto. Ni yo, ni nadie que yo conozca —admitió—. Y dónde vive... Tampoco lo sé. Como les digo, no es un personaje demasiado público, y no le hace falta. Todo el mundo en Colapescado sabe que él está al mando, y si a alguien se le olvida, sus muchachas se encargan de recordárselo.