2/08/2018, 22:14
Los lugares de comida rápida tenían dos tipos de ventaja diferentes. El primero venía explícito en el nombre, porque claramente implícito no era. Y el segundo era el precio, accesible, fácil de permitirse. Y luego había un tercero que no entraba a simple vista pero del cual todos podían percatarse sin muchas dificultades: El tiempo consumido y el esfuerzo puesto. No hacía falta cocina, no hacía falta preocuparse por los ingredientes, no hacía falta preocuparse por nada más que por poner un par de Ryos sobre la barra y esperar a que la comida estuviese hecha.
Las lluvias de Amegakure esta vez estaban azotando la villa de manera inclemente, una lluvia constante y fina que se valía de cualquier viento para empapar a las personas que estuvieran expuestas en una corriente helada que haría rápidamente olvidar a la víctima de que se encontraban en verano. El molesto efecto de mezclar agua fría con ventizca constante. Kuro acababa de encontrar refugio en aquél puesto de comida y se había dado cuenta de que era el único cliente en el stand vacío. Una sorpresa, considerando que los plasticos que pendían alrededor del lugar actuaban de refugio improvisado de la tormenta.
Pero a juzgar por el resto de los sitios que no se encontraban demasiado lejos de allí, los cuales gozaban de más prestigio y el privilegio de tener una edificación propia, se podía imaginar por qué nadie había escogido al primo pobre de los grandes restaurantes y comercios. Por fuera de las coberturas podía ver como varios civiles apuraban el paso para llegar al calor de sus hogares o encontrar un poco de refugio hasta que el viento amainase. Él, por su parte, simplemente esperó a que le entregasen la comida.
Las lluvias de Amegakure esta vez estaban azotando la villa de manera inclemente, una lluvia constante y fina que se valía de cualquier viento para empapar a las personas que estuvieran expuestas en una corriente helada que haría rápidamente olvidar a la víctima de que se encontraban en verano. El molesto efecto de mezclar agua fría con ventizca constante. Kuro acababa de encontrar refugio en aquél puesto de comida y se había dado cuenta de que era el único cliente en el stand vacío. Una sorpresa, considerando que los plasticos que pendían alrededor del lugar actuaban de refugio improvisado de la tormenta.
Pero a juzgar por el resto de los sitios que no se encontraban demasiado lejos de allí, los cuales gozaban de más prestigio y el privilegio de tener una edificación propia, se podía imaginar por qué nadie había escogido al primo pobre de los grandes restaurantes y comercios. Por fuera de las coberturas podía ver como varios civiles apuraban el paso para llegar al calor de sus hogares o encontrar un poco de refugio hasta que el viento amainase. Él, por su parte, simplemente esperó a que le entregasen la comida.