3/08/2018, 00:58
Que curioso era la manera en la que una persona reaccionaba diferente ante la misma situación de como lo haría otra. En la mayoría de los casos, suponía él, el acercamiento de una muchacha de la misma villa ameritaría una sonrisa, una frase galante, una actitud abierta y una expresión que lo reflejase. Pero él no tuvo tiempo de pensar o de fingir esas cosas, su cuerpo se tensó de inmediato cuando sintió que alguien más se le acercaba. Y más cuando definió que se trataba de alguien de Amegakure. Eso solo podía significar problemas, y si no eran problemas inmediatos quizás fueran problemas a futuro.
Erguido derecho como estaba, Kuro observó a la kunoichi con una mirada fija y ladeó la cabeza apenas unos centímetros después del optimista (a su manera de ver) saludo de la muchacha escuchando sus palabras.
—Las alegres muchachas que te saludan por los caminos. —Respondió con un tono tan certero, pero con una energía cómplice que dificultaba saber si se trataba de sarcasmo o qué exactamente. Su voz era profunda, fuerte, y un poco ronca producto del mal sueño y los malos hábitos.— Escuché historias al respecto, pero nunca esperaba cruzarme con una. Debe ser mi día de suerte. —Desde la notable diferencia de altura que los separaba, el Shinobi permitió que la expresión de hastío se reflejase en sus ojos, y con cierta gracia para cualquier espectador también en sus labios y en la expresión que formaban. Era una expresión que alguien que odiaba a los bebés podría poner cuando alguna amistad le encajaba a su hijo en brazos.
—Senju...
Repitió para si mismo como si estuviese tratando de recordar algo. Su mirada se clavó en el cielo por encima de los campos de cultivo, perdiendose en la memoria antes de volver al presente. Sus ojos volvieron a enfocarse en Shijima.
—¿El clan de las mil habilidades, era? —Su tono apagado y neutral dejaba entrever una chispa de interés. Una pequeña y amarga pausa le siguió.— Soy Kuro Yamakami. No pertenezco a ningun clan.
Erguido derecho como estaba, Kuro observó a la kunoichi con una mirada fija y ladeó la cabeza apenas unos centímetros después del optimista (a su manera de ver) saludo de la muchacha escuchando sus palabras.
—Las alegres muchachas que te saludan por los caminos. —Respondió con un tono tan certero, pero con una energía cómplice que dificultaba saber si se trataba de sarcasmo o qué exactamente. Su voz era profunda, fuerte, y un poco ronca producto del mal sueño y los malos hábitos.— Escuché historias al respecto, pero nunca esperaba cruzarme con una. Debe ser mi día de suerte. —Desde la notable diferencia de altura que los separaba, el Shinobi permitió que la expresión de hastío se reflejase en sus ojos, y con cierta gracia para cualquier espectador también en sus labios y en la expresión que formaban. Era una expresión que alguien que odiaba a los bebés podría poner cuando alguna amistad le encajaba a su hijo en brazos.
—Senju...
Repitió para si mismo como si estuviese tratando de recordar algo. Su mirada se clavó en el cielo por encima de los campos de cultivo, perdiendose en la memoria antes de volver al presente. Sus ojos volvieron a enfocarse en Shijima.
—¿El clan de las mil habilidades, era? —Su tono apagado y neutral dejaba entrever una chispa de interés. Una pequeña y amarga pausa le siguió.— Soy Kuro Yamakami. No pertenezco a ningun clan.