3/08/2018, 10:57
—Así es, Reika-san —asintió Akame—. Karamaru-san y yo somos viejos conocidos, aunque la verdad es que tampoco me esperaba verlo por aquí.
El mencionado respondió con una bravata a las palabras de Urashima, que por su parte parecía indeciso acerca de cómo reaccionar. Por un lado sentía que todo era una mala idea, que si intentaba ayudar a aquellos ninjas, al final él y su familia acabarían pagando las consecuencias frente al Trucho Torcido. Pero, por otro...
«Parece que realmente quieren hacer algo al respecto.»
Reika, por su parte, volvió a ejecutar aquella extraña técnica con la que anteriormente había espiado a las sicarias del Trucho. Akame observó con disimulada atención cómo una mariposa hecha de puro chakra se elevaba por los aires mientras la Yamanaka permanecía concentrada.
Sin embargo, la mariposa de Reika no fue capaz de ver a las sicarias por ningún lado de los alrededores. Sí que vio, sin embargo, al capataz de los pescadores —el llamado Hisao— merodear por las cercanías de un edificio de paredes altas y enormes ventanales que parecía en bastante mal estado.
Finalmente, Urashima se decidió a hablar, ladeando el rostro con manifiesta indecisión.
—Esas dos... Ellas suelen parar por el Bar de la Esquina, junto al Mercado. A veces se emborrachan y causan algún problema, otras veces simplemente le cobran su parte al dueño. Seguramente las encontraréis por allí.
El mencionado respondió con una bravata a las palabras de Urashima, que por su parte parecía indeciso acerca de cómo reaccionar. Por un lado sentía que todo era una mala idea, que si intentaba ayudar a aquellos ninjas, al final él y su familia acabarían pagando las consecuencias frente al Trucho Torcido. Pero, por otro...
«Parece que realmente quieren hacer algo al respecto.»
Reika, por su parte, volvió a ejecutar aquella extraña técnica con la que anteriormente había espiado a las sicarias del Trucho. Akame observó con disimulada atención cómo una mariposa hecha de puro chakra se elevaba por los aires mientras la Yamanaka permanecía concentrada.
Sin embargo, la mariposa de Reika no fue capaz de ver a las sicarias por ningún lado de los alrededores. Sí que vio, sin embargo, al capataz de los pescadores —el llamado Hisao— merodear por las cercanías de un edificio de paredes altas y enormes ventanales que parecía en bastante mal estado.
Finalmente, Urashima se decidió a hablar, ladeando el rostro con manifiesta indecisión.
—Esas dos... Ellas suelen parar por el Bar de la Esquina, junto al Mercado. A veces se emborrachan y causan algún problema, otras veces simplemente le cobran su parte al dueño. Seguramente las encontraréis por allí.