7/08/2018, 10:04
(Última modificación: 9/08/2018, 15:44 por Inuzuka Nabi.)
—Vamos, dame lo siguiente. ¡No tengo todo el día!
Sus últimas palabras se fueron perdiendo con un eco muy marcado, como si estuviese en una habitación cinco o seis veces más grande. Tras unos segundos dejó de escucharse a sí mismo, pero nada cambiaba. La sangre seguía cayendo, subiendo el nivel de la inundación y las partes de su cuerpo manchadas.
No había nada que hacer, no había ventanas ni puertas, ni siquiera esa estúpida silla y eso que hace un momento estaba convencido de haberla visto. Las palabras ahora se veían borrosas pues la sangre empezaba a brotar de toda la superficie que habían ocupado las letras, multiplicando vertiginosamente la velocidad de llenado.
Nada cambiaría hasta que apenas hiciera pie en esa piscina densa y rojiza, justo entonces algo tiraría de él hacia abajo. Sentiría calor por todo su cuerpo, pues estaba rodeado de una sustancia cálida y acogedora. Sin embargo, no llegaría a sentir nada más porque en realidad estaba sentado, rodeado por aire.
— Bienvenido de nuevo, Amedama Daruu. Estás algo alterado, recuerda que ahora es la hora de tu pregunta, así que controlate, creo que te sonará obvio que si un examinado tiene un episodio de ira descontrolada pues positivo no va a sonar. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen. Si empiezas a despotricar o haces más de una pregunta se reflejará negativamente en tu nota.
Estaba de nuevo en la habitación donde se había sentado al principio. Con sus ropas y sin una sola mancha de sangre. Podía respirar normalmente y todas sus piernas parecían estar en su sitio. Toda la estancia estaba exactamente como la había dejado hacía apenas unos momentos.
Aunque la voz de la examinadora seguía igual de perturbadora y el sermón que le acababa de echar solo llegar solo aumentaba la perturbación. La única diferencia es que el aire parecía más cargado que antes, seguramente porque era verano y llevaban encerrados en esa aula Kami-sama sepa cuanto tiempo.
Sus últimas palabras se fueron perdiendo con un eco muy marcado, como si estuviese en una habitación cinco o seis veces más grande. Tras unos segundos dejó de escucharse a sí mismo, pero nada cambiaba. La sangre seguía cayendo, subiendo el nivel de la inundación y las partes de su cuerpo manchadas.
No había nada que hacer, no había ventanas ni puertas, ni siquiera esa estúpida silla y eso que hace un momento estaba convencido de haberla visto. Las palabras ahora se veían borrosas pues la sangre empezaba a brotar de toda la superficie que habían ocupado las letras, multiplicando vertiginosamente la velocidad de llenado.
Nada cambiaría hasta que apenas hiciera pie en esa piscina densa y rojiza, justo entonces algo tiraría de él hacia abajo. Sentiría calor por todo su cuerpo, pues estaba rodeado de una sustancia cálida y acogedora. Sin embargo, no llegaría a sentir nada más porque en realidad estaba sentado, rodeado por aire.
— Bienvenido de nuevo, Amedama Daruu. Estás algo alterado, recuerda que ahora es la hora de tu pregunta, así que controlate, creo que te sonará obvio que si un examinado tiene un episodio de ira descontrolada pues positivo no va a sonar. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen. Si empiezas a despotricar o haces más de una pregunta se reflejará negativamente en tu nota.
Estaba de nuevo en la habitación donde se había sentado al principio. Con sus ropas y sin una sola mancha de sangre. Podía respirar normalmente y todas sus piernas parecían estar en su sitio. Toda la estancia estaba exactamente como la había dejado hacía apenas unos momentos.
Aunque la voz de la examinadora seguía igual de perturbadora y el sermón que le acababa de echar solo llegar solo aumentaba la perturbación. La única diferencia es que el aire parecía más cargado que antes, seguramente porque era verano y llevaban encerrados en esa aula Kami-sama sepa cuanto tiempo.
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