7/08/2018, 15:47
La última palabra reverberó como si las hubiera gritado desde la cima de uno de los picos de las Montañas de la Tierra. Daruu apretó la mandíbula y también los puños, y trató de controlarse: si volvía a abrir la boca probablemente dejaría escapar algún que otro improperio más, y más fuerte. Eso sólo le haría granjearse el suspenso.
«Como si me importara el suspenso ya.»
Pero sí le importaba. Esa queda réplica rebelde sólo era una manera más de desahogarse. Cerró los ojos y respiró hondo. Estaba en un Genjutsu. Tarde o temprano, la ilusión volvería a mutar y se encontraría ante cualquier horror peor que ese. Debía concentrarse.
Notaba la sangre inundando la habitación y cubriéndole las rodillas, luego la cintura. No sólo le habían presentado la escena de una tortura, sino que ahora él era el protagonista, y le estaban torturando a él. Pero nada de aquello era verdad.
Probablemente la sangre acabara asfixiándole. Es la conclusión a la que llegó cuando el líquido bermellón besó la piel de su cuello.
Pero no. Cuando algo tiró de sus pies y le sumergió en la piscina, sólo sintió calor. Además, era una sensación reconfortante. Trató de respirar y... abrió los ojos.
Se encontraba de nuevo en la habitación. Ahogó un grito y miró a ambos lados, luego a la examinadora, incrédulo. Entrecerró los ojos peligrosamente y cerró los puños mientras la mujer hablaba.
— Bienvenido de nuevo, Amedama Daruu. Estás algo alterado, recuerda que ahora es la hora de tu pregunta, así que controlate, creo que te sonará obvio que si un examinado tiene un episodio de ira descontrolada pues positivo no va a sonar. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen. Si empiezas a despotricar o haces más de una pregunta se reflejará negativamente en tu nota.
Daruu alzó una ceja con desconfianza. «Una pregunta, ¿eh? Una pregunta...»
Una pregunta. Debía de hacerle una pregunta. ¿Cuál diría, entonces? De entre todas las opciones posibles, sólo se le ocurría una. La pregunta era: ¿Estás disfrutando con esto, gilipollas? Probablemente tendría que eliminar ese insulto del final, por su propio bien. Pero sí, era lo único que se le ocurría que...
Y entonces se percató de algo.
—Espera. No. Nos dijeron que nos darían un par de instrucciones previas. Me has recordado la segunda instrucción un par de veces. Puedo abandonar. Pero de la primera instrucción me sigo acordando. Y creo que esto es una trampa.
»Porque "no se admiten preguntas hasta el final del examen", y tú me estás pidiendo una pregunta... antes de que acabe el examen. —Sonrió.
«Como si me importara el suspenso ya.»
Pero sí le importaba. Esa queda réplica rebelde sólo era una manera más de desahogarse. Cerró los ojos y respiró hondo. Estaba en un Genjutsu. Tarde o temprano, la ilusión volvería a mutar y se encontraría ante cualquier horror peor que ese. Debía concentrarse.
Notaba la sangre inundando la habitación y cubriéndole las rodillas, luego la cintura. No sólo le habían presentado la escena de una tortura, sino que ahora él era el protagonista, y le estaban torturando a él. Pero nada de aquello era verdad.
Probablemente la sangre acabara asfixiándole. Es la conclusión a la que llegó cuando el líquido bermellón besó la piel de su cuello.
Pero no. Cuando algo tiró de sus pies y le sumergió en la piscina, sólo sintió calor. Además, era una sensación reconfortante. Trató de respirar y... abrió los ojos.
Se encontraba de nuevo en la habitación. Ahogó un grito y miró a ambos lados, luego a la examinadora, incrédulo. Entrecerró los ojos peligrosamente y cerró los puños mientras la mujer hablaba.
— Bienvenido de nuevo, Amedama Daruu. Estás algo alterado, recuerda que ahora es la hora de tu pregunta, así que controlate, creo que te sonará obvio que si un examinado tiene un episodio de ira descontrolada pues positivo no va a sonar. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen. Si empiezas a despotricar o haces más de una pregunta se reflejará negativamente en tu nota.
Daruu alzó una ceja con desconfianza. «Una pregunta, ¿eh? Una pregunta...»
Una pregunta. Debía de hacerle una pregunta. ¿Cuál diría, entonces? De entre todas las opciones posibles, sólo se le ocurría una. La pregunta era: ¿Estás disfrutando con esto, gilipollas? Probablemente tendría que eliminar ese insulto del final, por su propio bien. Pero sí, era lo único que se le ocurría que...
Y entonces se percató de algo.
—Espera. No. Nos dijeron que nos darían un par de instrucciones previas. Me has recordado la segunda instrucción un par de veces. Puedo abandonar. Pero de la primera instrucción me sigo acordando. Y creo que esto es una trampa.
»Porque "no se admiten preguntas hasta el final del examen", y tú me estás pidiendo una pregunta... antes de que acabe el examen. —Sonrió.