8/08/2018, 00:06
— Pero... parece que no estaba en lo correcto.
Sus últimas palabras se fueron perdiendo con un eco muy marcado, como si estuviese en una habitación cinco o seis veces más grande. Tras unos segundos dejó de escucharse a sí mismo, pero nada cambiaba. La sangre seguía cayendo, subiendo el nivel de la inundación y las partes de su cuerpo manchadas.
No había nada que hacer, no había ventanas ni puertas, ni siquiera esa estúpida silla y eso que hace un momento estaba convencido de haberla visto. Las palabras ahora se veían borrosas pues la sangre empezaba a brotar de toda la superficie que habían ocupado las letras, multiplicando vertiginosamente la velocidad de llenado.
Nada cambiaría hasta que apenas hiciera pie en esa piscina densa y rojiza, justo entonces algo tiraría de él hacia abajo. Sentiría calor por todo su cuerpo, pues estaba rodeado de una sustancia cálida y acogedora. Sin embargo, no llegaría a sentir nada más porque en realidad estaba sentado, rodeado por aire.
— Bienvenido de nuevo, Habaki Karamaru. Es hora de la pregunta del examen. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen. Cuando quieras
Estaba de nuevo en la habitación donde se había sentado al principio. Con sus ropas y sin una sola mancha de sangre. Podía respirar normalmente y todas sus piernas parecían estar en su sitio. Toda la estancia estaba exactamente como la había dejado hacía apenas unos momentos.
La actitud y la voz de la examinadora no parecía haber cambiado. La única diferencia es que el aire parecía más cargado que antes, seguramente porque era verano y llevaban encerrados en esa aula Kami-sama sepa cuanto tiempo. Además de ese leve olor a chocolate patrocinado por el examinador.
Sus últimas palabras se fueron perdiendo con un eco muy marcado, como si estuviese en una habitación cinco o seis veces más grande. Tras unos segundos dejó de escucharse a sí mismo, pero nada cambiaba. La sangre seguía cayendo, subiendo el nivel de la inundación y las partes de su cuerpo manchadas.
No había nada que hacer, no había ventanas ni puertas, ni siquiera esa estúpida silla y eso que hace un momento estaba convencido de haberla visto. Las palabras ahora se veían borrosas pues la sangre empezaba a brotar de toda la superficie que habían ocupado las letras, multiplicando vertiginosamente la velocidad de llenado.
Nada cambiaría hasta que apenas hiciera pie en esa piscina densa y rojiza, justo entonces algo tiraría de él hacia abajo. Sentiría calor por todo su cuerpo, pues estaba rodeado de una sustancia cálida y acogedora. Sin embargo, no llegaría a sentir nada más porque en realidad estaba sentado, rodeado por aire.
— Bienvenido de nuevo, Habaki Karamaru. Es hora de la pregunta del examen. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen. Cuando quieras
Estaba de nuevo en la habitación donde se había sentado al principio. Con sus ropas y sin una sola mancha de sangre. Podía respirar normalmente y todas sus piernas parecían estar en su sitio. Toda la estancia estaba exactamente como la había dejado hacía apenas unos momentos.
La actitud y la voz de la examinadora no parecía haber cambiado. La única diferencia es que el aire parecía más cargado que antes, seguramente porque era verano y llevaban encerrados en esa aula Kami-sama sepa cuanto tiempo. Además de ese leve olor a chocolate patrocinado por el examinador.
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