8/08/2018, 00:36
Todo sucedió tan rápido que apenas unas horas más tarde, Daruu ni siquiera recordaría el enfado que sintió hacia la examinadora, ni la pregunta que le dedicó, ni la respuesta, inconclusa, que le dio a dicha pregunta. Una explosión de gran intensidad tumbó el muro, sepultando a la mujer, y derribando la silla en la que el muchacho se hallaba sentado. Daruu cayó al suelo y se golpeó la cabeza contra la madera. Un pitido horrible resonaba por todo su cráneo. Trató de taparse los oídos, pero ya no se iba, no se iba. Su cabeza daba vueltas y tenía la visión borrosa.
Se apoyó en el suelo y se levantó con dificultad. Sólo el brazo de la examinadora sobresalía por encima de los escombros.
«Mierda...»
Escuchó un portazo a sus espaldas, pero no se dio la vuelta.
«Espera, espera espera. ¿Esto es de verdad? Quiero decir, esto podría ser un Genjutsu, esto podría seguir siendo esa maldita ilusión...»
«O ella podría estar herida, herida de verdad...»
—¡Aquí hay uno vivo! ¡Hey, chaval! ¡Tiene que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!
—¡Aún podría estar viva! ¡Podríamos salvarla! ¡Vamos!
Lejos de hacer caso al examinador, Daruu dio un paso al frente. Se agachó y se mordió el dedo pulgar. Lo arrastró sobre los tablones de madera del suelo, y luego se acercó corriendo a la mujer sepultada bajo los escombros. Se tumbó al lado de ella y colocó el brazo que sobresalía encima de su vientre. Juntó las manos, realizó una serie de sellos. Luego una palmada.
Y trató de teletransportarse con ella hasta el centro de la habitación, donde había dejado la marca.
Se apoyó en el suelo y se levantó con dificultad. Sólo el brazo de la examinadora sobresalía por encima de los escombros.
«Mierda...»
Escuchó un portazo a sus espaldas, pero no se dio la vuelta.
«Espera, espera espera. ¿Esto es de verdad? Quiero decir, esto podría ser un Genjutsu, esto podría seguir siendo esa maldita ilusión...»
«O ella podría estar herida, herida de verdad...»
—¡Aquí hay uno vivo! ¡Hey, chaval! ¡Tiene que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!
«¿Acaso importa? ¿Qué harías si fuera verdad?»
—¡Aún podría estar viva! ¡Podríamos salvarla! ¡Vamos!
Lejos de hacer caso al examinador, Daruu dio un paso al frente. Se agachó y se mordió el dedo pulgar. Lo arrastró sobre los tablones de madera del suelo, y luego se acercó corriendo a la mujer sepultada bajo los escombros. Se tumbó al lado de ella y colocó el brazo que sobresalía encima de su vientre. Juntó las manos, realizó una serie de sellos. Luego una palmada.
Y trató de teletransportarse con ella hasta el centro de la habitación, donde había dejado la marca.