10/08/2018, 19:53
El chakra hizo su trabajo, para mi mala suerte aquella situación era parte del examen...
Mi cuerpo se encontraba cómodamente en el cojín, frente a la examinadora que vestía de aquella forma tan peculiar, esta vez no empalidecí por su apariencia, sino por su cara... El aula estaba completamente igual al momento en que ingresé, la ventana estaba ahí, nadie abrió la puerta para anunciar que eramos atacados.
Tragué grueso y asumí mi barranco, miré directamente a la mujer y esperé a que dijese lo que tuviera que decir...
"Entonces no tendré ningún punto en esta prueba... Y aplacé la anterior... Así que mis posibilidades de ascender a Chuunin han quedado en el pasado..."
Miré al piso con una sensación de tristeza, esta vez sí que la había metido hasta el fondo; escuché el nombre de la kunoichi y no me sonó de nada, mi premio de consolación no me había consolado lo suficiente.
Suspiré y me puse de pie. —Gracias.
Caminé directo a la puerta y entonces giré, no sé porque... Por instinto quizás, todo seguía igual que antes, nada a lo que aferrarme. Por la ventana se colaba la luz del atardecer, caí en cuenta la cantidad de horas que había pasado dentro de la ilusión y ahora mi estómago demandaba un poco de atención.
Sin más nada que hacer me retiré lentamente, con la moral por el suelo.
Mi cuerpo se encontraba cómodamente en el cojín, frente a la examinadora que vestía de aquella forma tan peculiar, esta vez no empalidecí por su apariencia, sino por su cara... El aula estaba completamente igual al momento en que ingresé, la ventana estaba ahí, nadie abrió la puerta para anunciar que eramos atacados.
Tragué grueso y asumí mi barranco, miré directamente a la mujer y esperé a que dijese lo que tuviera que decir...
"Entonces no tendré ningún punto en esta prueba... Y aplacé la anterior... Así que mis posibilidades de ascender a Chuunin han quedado en el pasado..."
Miré al piso con una sensación de tristeza, esta vez sí que la había metido hasta el fondo; escuché el nombre de la kunoichi y no me sonó de nada, mi premio de consolación no me había consolado lo suficiente.
Suspiré y me puse de pie. —Gracias.
Caminé directo a la puerta y entonces giré, no sé porque... Por instinto quizás, todo seguía igual que antes, nada a lo que aferrarme. Por la ventana se colaba la luz del atardecer, caí en cuenta la cantidad de horas que había pasado dentro de la ilusión y ahora mi estómago demandaba un poco de atención.
Sin más nada que hacer me retiré lentamente, con la moral por el suelo.