21/08/2018, 21:22
El hombre de voz nerviosa y actitud calma pronto soltó el brazo del shinobi al ver que lo seguía. Caminaba a paso lento y con vista atenta, con la frente en alto pero con el rostro aún tapado por su sombrero y el cuello alto de su abrigo. Doblaba casi en cada esquina y a cada paso se alejaba de los lugares atestados de gente para empezar a recorrer los más profundos callejones de la ciudad.
Habían caminado un largo rato en silencio y Kaido se podía impacientar pero el hombre no dijo nada. Se alejó a calles que ya hasta se podían dudar de si eran realmente de Uzushio, pero antes de que el tiburón pudiera hacer algo ambos se detuvieron ante una puerta en un pequeño y oscuro callejón, disimulada con unos cuántos barriles.
— Pasa, pasa, te esperan, nos esperan, saben que venimos, no estarás solo, no estarás incómodo, saben que venimos, pasa, pasa, vamos.— otra vez esa voz repetitiva y nerviosa que desencajaba de la actitud corporal.
Pero el hombre abrió la puerta y empujó al shinobi con él hacia unas escaleras que descendían a la luz. El golpe al cerrar la madera tras de sí sonó antes de que empezase a ser apurado para recorrer los escalones.
— Vamos, vamos, tenemos a alguien como tú, como tú, el jefe espera.
La voz comenzó a hablar durante todo el camino de unas largas escaleras pudiendo llegar a ser realmente molesta, pero finalmente llegarían a destino y cuando estuviesen cerca de este un bullicio taparía la siseante voz.
Las luces brillaban por doquier en aquel salón, la gente se aplastaba y tambaleaba tirando lo que parecía cerveza al piso. Había música, pero casi imperceptible con tanto griterío, y mesas y sillas que apenas se veían. El ambiente estaba denso, tanto humo que no se podía determinar su procedencia, pero no había mucho tiempo para mirar. Una mano en la espalda empujaría al tiburón entre la multitud, la mano del hombre que lo había llevado, y lo llevaría hasta el fondo de aquel salón.
Fue la atracción de todas las miradas, el producto de incontables murmullos, el resultado de un leve bajón en el griterío, pero Kaido debía de estar acostumbrado. Todo volvió a la normalidad cuando se alejasen y tras recorrer un pasillo al fondo del salón una puerta los esperaría.
— Vamos, vamos, entre, no tengo permitido entrar ahí, entra, entre.
Habían caminado un largo rato en silencio y Kaido se podía impacientar pero el hombre no dijo nada. Se alejó a calles que ya hasta se podían dudar de si eran realmente de Uzushio, pero antes de que el tiburón pudiera hacer algo ambos se detuvieron ante una puerta en un pequeño y oscuro callejón, disimulada con unos cuántos barriles.
— Pasa, pasa, te esperan, nos esperan, saben que venimos, no estarás solo, no estarás incómodo, saben que venimos, pasa, pasa, vamos.— otra vez esa voz repetitiva y nerviosa que desencajaba de la actitud corporal.
Pero el hombre abrió la puerta y empujó al shinobi con él hacia unas escaleras que descendían a la luz. El golpe al cerrar la madera tras de sí sonó antes de que empezase a ser apurado para recorrer los escalones.
— Vamos, vamos, tenemos a alguien como tú, como tú, el jefe espera.
La voz comenzó a hablar durante todo el camino de unas largas escaleras pudiendo llegar a ser realmente molesta, pero finalmente llegarían a destino y cuando estuviesen cerca de este un bullicio taparía la siseante voz.
Las luces brillaban por doquier en aquel salón, la gente se aplastaba y tambaleaba tirando lo que parecía cerveza al piso. Había música, pero casi imperceptible con tanto griterío, y mesas y sillas que apenas se veían. El ambiente estaba denso, tanto humo que no se podía determinar su procedencia, pero no había mucho tiempo para mirar. Una mano en la espalda empujaría al tiburón entre la multitud, la mano del hombre que lo había llevado, y lo llevaría hasta el fondo de aquel salón.
Fue la atracción de todas las miradas, el producto de incontables murmullos, el resultado de un leve bajón en el griterío, pero Kaido debía de estar acostumbrado. Todo volvió a la normalidad cuando se alejasen y tras recorrer un pasillo al fondo del salón una puerta los esperaría.
— Vamos, vamos, entre, no tengo permitido entrar ahí, entra, entre.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘