27/08/2018, 16:28
Los exámenes chuunin estaban al caer. La noticia que tanto había esperado ahora se le hacía angustiosa. No solo porque se sentía tan nervioso (¡Tenía que entrenar más!), si no porque su vida podría correr peligro en ellos. Se repetía una y otra vez que si Morikage-sama le había permitido ser un participante era porque estaba preparado, pero no sabía que pensar.
De igual manera, había estado entrenando sin descanso para ese día. Y se acercaba a un ritmo pasmoso. Ya se encontraban en verano, cuando Katsue le sacó de su entrenamiento.
— Deberías descansar un poco, ahora que se aproxima el examen. Te vendrá bien. Te he preparado un viaje a las Islas del té para que desconectes y te encuentres a tí mismo. Sales en dos días. — Juro se lo había agradecido y se habían abrazado. O al menos, habría estado bien que hubiera sido así. Más bien, Juro había protestado y ella le había amenazado y obligado a hacerlo, si no quería que sus marionetas y él mismo se hicieran pedazos en una gran hoguera.
Días más tarde, se había encontrado haciendo el dichoso viaje. Lo había empezado de "malas maneras" (con una mala cara que habría horrorizado a su abuela) pero pronto, no había podido mostrarse fascinado. Nunca había visitado el famoso archipielago, y menos en barco. Las vistas eran preciosas, aunque se marease. La promesa de nueva gente, un té de calidad (aunque el té tampoco le atraía tanto), y unos grandes paisajes le acabó por convencer. Descansar estaba bien, ¿no? Había entrenado durante meses para la prueba.
Quizá necesitaba algo más. Puede que lo encontrase, o puede que no.
Juro terminó pronto en La Mediana Roja, una de las grandes islas, famosas por su té rojo. La isla, sin embargo, era bastante grande, y al principio se había visto abrumado por los paisajes y el tamaño. Afortunadamente, un par de nativos de la isla le habían recomendado un pequeño pueblo, llamado Akachamura. Estaba cerca de las mejores playas (según decían), y muy cerca del puerto dónde había llegado. Además de eso, podía alquilar habitación en hostal, y tendría para donde alojarse. Así, pasaría el día tranquilamente.
Tuvo ciertos problemas en la orientación, pero en relativamente poco tiempo (poco para él) se plantó frente al hostal, y alquiló una habitación para la noche, dónde poder dejar las pocas pertenencias que llevaba.
— ¿Qué debería hacer ahora? — En la recepción, le recomendaron visitar las playas si lo que buscaba era relajarse. Les dio la razón, y terminó por hacerlo.
Juro se fue a la playa. Hacía años que no la visitaba. El calor de la arena, y el sonido relajante de las olas al morir en la costa era nostálgico. También la tranquilidad que se respiraba. Juro se cambió totalmente, dejó sus pertenencias y se puso un bañador de color verde intenso, con una decoración floral, unas sandalias marrones, y unas gafas de sol negras. Con sus pertenencias en una pequeña mochila, donde tenía la toalla, se paseó un rato a orillas de la playa, buscando un buen sitio.
Mientras hacía el paseo, creyó ver a alguien que conocía. Era una chaval un poco más mayor que él, tumbado en una hamaca, y leyendo un libro mientras disfrutaba de una bebida. Con aquella tranquilidad natural, casi no le había reconocido.
— ¿Akame? ¿Uchiha Akame? — exclamó, mientras se acercaba. Se quitó las gafas para ver si sus ojos no le engañaban. No lo hacían —. ¡No te había reconocido! ¿Cómo estás?
De igual manera, había estado entrenando sin descanso para ese día. Y se acercaba a un ritmo pasmoso. Ya se encontraban en verano, cuando Katsue le sacó de su entrenamiento.
— Deberías descansar un poco, ahora que se aproxima el examen. Te vendrá bien. Te he preparado un viaje a las Islas del té para que desconectes y te encuentres a tí mismo. Sales en dos días. — Juro se lo había agradecido y se habían abrazado. O al menos, habría estado bien que hubiera sido así. Más bien, Juro había protestado y ella le había amenazado y obligado a hacerlo, si no quería que sus marionetas y él mismo se hicieran pedazos en una gran hoguera.
Días más tarde, se había encontrado haciendo el dichoso viaje. Lo había empezado de "malas maneras" (con una mala cara que habría horrorizado a su abuela) pero pronto, no había podido mostrarse fascinado. Nunca había visitado el famoso archipielago, y menos en barco. Las vistas eran preciosas, aunque se marease. La promesa de nueva gente, un té de calidad (aunque el té tampoco le atraía tanto), y unos grandes paisajes le acabó por convencer. Descansar estaba bien, ¿no? Había entrenado durante meses para la prueba.
Quizá necesitaba algo más. Puede que lo encontrase, o puede que no.
Juro terminó pronto en La Mediana Roja, una de las grandes islas, famosas por su té rojo. La isla, sin embargo, era bastante grande, y al principio se había visto abrumado por los paisajes y el tamaño. Afortunadamente, un par de nativos de la isla le habían recomendado un pequeño pueblo, llamado Akachamura. Estaba cerca de las mejores playas (según decían), y muy cerca del puerto dónde había llegado. Además de eso, podía alquilar habitación en hostal, y tendría para donde alojarse. Así, pasaría el día tranquilamente.
Tuvo ciertos problemas en la orientación, pero en relativamente poco tiempo (poco para él) se plantó frente al hostal, y alquiló una habitación para la noche, dónde poder dejar las pocas pertenencias que llevaba.
— ¿Qué debería hacer ahora? — En la recepción, le recomendaron visitar las playas si lo que buscaba era relajarse. Les dio la razón, y terminó por hacerlo.
Juro se fue a la playa. Hacía años que no la visitaba. El calor de la arena, y el sonido relajante de las olas al morir en la costa era nostálgico. También la tranquilidad que se respiraba. Juro se cambió totalmente, dejó sus pertenencias y se puso un bañador de color verde intenso, con una decoración floral, unas sandalias marrones, y unas gafas de sol negras. Con sus pertenencias en una pequeña mochila, donde tenía la toalla, se paseó un rato a orillas de la playa, buscando un buen sitio.
Mientras hacía el paseo, creyó ver a alguien que conocía. Era una chaval un poco más mayor que él, tumbado en una hamaca, y leyendo un libro mientras disfrutaba de una bebida. Con aquella tranquilidad natural, casi no le había reconocido.
— ¿Akame? ¿Uchiha Akame? — exclamó, mientras se acercaba. Se quitó las gafas para ver si sus ojos no le engañaban. No lo hacían —. ¡No te había reconocido! ¿Cómo estás?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60