31/08/2018, 00:01
La chica que tenía ante él, la llamada Ryuko, por fin tomó aire medianamente en condiciones. Aclaró que si estaba bien, y afirmó que todo había sido tan repentino, que no había sido capaz de mantenerse a causa de una baja condición física. Ésto llamó bastante la atención de Etsu, su can, e incluso el tipo que discretamente intentaba tomar distancias con el chico. Si, el suspuesto tipo que iba a ser su sombra ahora buscaba mantener una distancia de... ¿seguridad?
A saber.
Ryuko, tras apoyarse en un muro cercano, esgrimió una sonrisa entre dientes. Tras ello, preguntó al Inuzuka cuál era su nombre. Después de todo, había sido realmente descortés el chico. Si, sin duda lo había sido, había dejado de lado los modales y se había convertido en un salvaje...
—Mi nombre es Inuzuka Etsu. Éste es mi hermano, Inuzuka Akane. —llevó la mirada hacia el otro, el que se alejaba —y ese... no tengo ni idea de cómo se llama. Es uno de los mercenarios del abuelo.
Y tan tranquilo se quedó, como si todos los abuelos del mundo fuesen contratando a mercenarios para que fuesen tras sus nietos. De nuevo, llevó su mirada hacia Ryuko. La verdad, no tenía nada que decirle, salvo una cosa, una que le intrigaba. Sin duda, su intriga era enorme. Pero, sabía que no debía. No podía, era una falta de respeto. Lo sabía.
—Oye... no es por ser molesto, pero... —y lo hizo, a sabiendas de que estaba mal —¿cómo es que siendo kunoichi tienes tan mala condición física? ¿no deberías entrenar un poco mas?
Era mas curioso que un puto gato.
A saber.
Ryuko, tras apoyarse en un muro cercano, esgrimió una sonrisa entre dientes. Tras ello, preguntó al Inuzuka cuál era su nombre. Después de todo, había sido realmente descortés el chico. Si, sin duda lo había sido, había dejado de lado los modales y se había convertido en un salvaje...
—Mi nombre es Inuzuka Etsu. Éste es mi hermano, Inuzuka Akane. —llevó la mirada hacia el otro, el que se alejaba —y ese... no tengo ni idea de cómo se llama. Es uno de los mercenarios del abuelo.
Y tan tranquilo se quedó, como si todos los abuelos del mundo fuesen contratando a mercenarios para que fuesen tras sus nietos. De nuevo, llevó su mirada hacia Ryuko. La verdad, no tenía nada que decirle, salvo una cosa, una que le intrigaba. Sin duda, su intriga era enorme. Pero, sabía que no debía. No podía, era una falta de respeto. Lo sabía.
—Oye... no es por ser molesto, pero... —y lo hizo, a sabiendas de que estaba mal —¿cómo es que siendo kunoichi tienes tan mala condición física? ¿no deberías entrenar un poco mas?
Era mas curioso que un puto gato.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~