Los intrépidos

[Inuzuka Nabi]

Datsue extendió el puño hacia mi esperando que se lo chocase, pero vi en su mirada dudas y desconfianza. Uchihas, siempre pensando lo peor de la gente, con lo buena persona que yo era. Le choqué el puño con mi puño, obviamente.

— Espero veros a los dos con chaleco en la misión, que dicen que en las de rango B refresca.

—En fin, Eri-chan, Nabi-kun… Os agradezco enormemente el detalle. De corazón. Y os echaba de menos, joder. Pero soy un ninja ocupado. Con obligaciones

La voz carismatica de Datsue me devolvió a la realidad. ¡Obligaciones! ¡¡¡¡OBLIGACIONES!!!! Me levanté de golpe.

— Mierdas, si yo tenía que hacer recados para mi madre. Bueno, chicos, encantado de haberos conocido y todo eso. Vamos, Stuffy. Suerte en el examen, suerte en la vida, suerte con vuestra suerte. Voy a morir joven.

Salí por la puerta a toda prisa, a saber cuanto tiempo había estado rememorando las hazañas sexuales de Datsue, si se suponía que solo era darle al perro y huir. Stuffy no pareció contagiarse de mi fervor por no morir, claro, como era un perro él nunca tenía la culpa, siempre era el pobre Nabi el que cargaba con el muerto. Empezó a andar lentamente hacia la puerta, parándose a estirar y desperezarse un par de veces hasta que finalmente salió del lugar.