5/09/2018, 02:42
Las expectativas estarían lejos de la realidad. Apenas diese un paso al frente la puerta se cerraría tras de sí, pero ya antes de eso podría ver al otro lado del umbral. Una habitación de tamaño mediano, de paredes rústicas adornadas con cuadros y velas que generaban una tenue luz que hacían cálido el ambiente. Varias estanterías de libros y un pequeño bar cubrían partes de las paredes, y en el centro un ancho escritorio.
Un escritorio de madera con un asiento tan grande que podría ser llamado trono de un lado, y del lado de la puerta dos pequeños asientos dorados con cojines rojos que hacían juego con la sala. Un hombre gordo trajeado, de bigote fino y sin cuello, de ojos chicos y mirada seria en el trono, un calvo de Amegakure en uno de los asientos.
— Ah, bien, pase usted shinobi de la lluvia. Tome asiento por favor, lo estábamos esperando. Si gusta una taza de té...— voz gruesa y lenta la del hombre que le mostraba la taza en el escritorio con la mano, frente al asiento vacío.
Karamaru había llegado a aquel lugar por un hombre similar al que se había encontrado Kaido, pero teniendo que recorrer menos distancia. Hacía poco que había llegado y el gordo no había dicho ni una sola palabra hasta el momento. El de traje insistiría con la mirada si el pescado tardaba en seguir el pedido.
— Ahora que los tengo presentes a ambos, shinobi de la lluvia, creo que puedo empezar a hablar.— solía pasar su pulgar e índice por su bigote peinándolo una y otra vez mientras hablaba.
— Me enteré de esos exámenes suyos, no eran muy secretos que digamos, todo los sabían... si hasta lo promocionaban y todo...— empezó a hablar con la mirada fija en los gennin, pero se perdía en sus propias palabras y terminaba viendo un punto lejano de la pared.
— No importa, lo que importa es que necesito su ayuda. Verán, no tengo una buena relación con estos uzujin, no son gente que me agrade, pero me gustan que beban alcohol porque el negocio es bueno. Y como no tengo relación ni interés de tenerla pues prefiero hacer por otros medios. ¡Y QUÉ MEJOR QUE DOS EXTRANJEROS!— el grito fue sorpresivo y el calvo no pudo evitar apretarse en el asiento.
— La cosa es que esos putos kusajin… esos putos putísimos kusajin… se han metido en mi negocio. Y yo se lo que aparenta esto aquí escondido, es que hay gente que lo necesita así, pero la venta de alcohol es legal. La venta de drogas no, claro que no, en eso estamos de acuerdo todos. Bueno, los pelotudos estos de Kusa se creen muy vivos con sus hierbas y ya infestaron varios de mis locales con sus drogas de porquería.
— Y no solo me roban las ganancias sino que aumentan las chances de una inspección que haga cagar el negocio. Hubo varias disputas entre mis hombres y estos idiotas pero estamos en un punto muerto en donde ya mueren demasiado y no es sostenible. Y como informado que soy ustedes dos shinobi de la lluvia están hechos para la infiltración, para conseguir información, para resolver algunas problemas un poco.... extraordinarios, ¿No? Eso necesito, que me saquen a los putos verdes de mi territorio.
El pedido terminó pareciendo más una orden que otra cosa con su voz autoritaria aunque siempre calma. Karamaru no supo que responder, tardó sus segundos, pensó su respuesta.
— Es que...
— La recompensa será generosa, no se preocupen ustedes, el trabajo no será gran problema para ustedes, son los mejores bla bla bla. Necesito el trabajo hecho acá no estamos discutiendo política ni grises ni nada así que no me vengas con dudas de mierda pelado, ¿Sí o no? Es sencillo. ¿Qué decís dientudo azul?
«Putaso déjame pensar, por qué hablas tanto, las cosas no funcionan así...»
Todas las miradas se dirigieron a Kaido que funcionó como una excusa perfecta para que Karamaru se ahorrase sus dudas y su respuesta incorrecta. Estaba completamente confundido, y creía que su compañero de aldea- por ver su bandana en la frente, podría estar igual que él. Algo así necesitaba hablarse pero el gordo no parecía estar muy de acuerdo con las negativas.
Un escritorio de madera con un asiento tan grande que podría ser llamado trono de un lado, y del lado de la puerta dos pequeños asientos dorados con cojines rojos que hacían juego con la sala. Un hombre gordo trajeado, de bigote fino y sin cuello, de ojos chicos y mirada seria en el trono, un calvo de Amegakure en uno de los asientos.
— Ah, bien, pase usted shinobi de la lluvia. Tome asiento por favor, lo estábamos esperando. Si gusta una taza de té...— voz gruesa y lenta la del hombre que le mostraba la taza en el escritorio con la mano, frente al asiento vacío.
Karamaru había llegado a aquel lugar por un hombre similar al que se había encontrado Kaido, pero teniendo que recorrer menos distancia. Hacía poco que había llegado y el gordo no había dicho ni una sola palabra hasta el momento. El de traje insistiría con la mirada si el pescado tardaba en seguir el pedido.
— Ahora que los tengo presentes a ambos, shinobi de la lluvia, creo que puedo empezar a hablar.— solía pasar su pulgar e índice por su bigote peinándolo una y otra vez mientras hablaba.
— Me enteré de esos exámenes suyos, no eran muy secretos que digamos, todo los sabían... si hasta lo promocionaban y todo...— empezó a hablar con la mirada fija en los gennin, pero se perdía en sus propias palabras y terminaba viendo un punto lejano de la pared.
— No importa, lo que importa es que necesito su ayuda. Verán, no tengo una buena relación con estos uzujin, no son gente que me agrade, pero me gustan que beban alcohol porque el negocio es bueno. Y como no tengo relación ni interés de tenerla pues prefiero hacer por otros medios. ¡Y QUÉ MEJOR QUE DOS EXTRANJEROS!— el grito fue sorpresivo y el calvo no pudo evitar apretarse en el asiento.
— La cosa es que esos putos kusajin… esos putos putísimos kusajin… se han metido en mi negocio. Y yo se lo que aparenta esto aquí escondido, es que hay gente que lo necesita así, pero la venta de alcohol es legal. La venta de drogas no, claro que no, en eso estamos de acuerdo todos. Bueno, los pelotudos estos de Kusa se creen muy vivos con sus hierbas y ya infestaron varios de mis locales con sus drogas de porquería.
— Y no solo me roban las ganancias sino que aumentan las chances de una inspección que haga cagar el negocio. Hubo varias disputas entre mis hombres y estos idiotas pero estamos en un punto muerto en donde ya mueren demasiado y no es sostenible. Y como informado que soy ustedes dos shinobi de la lluvia están hechos para la infiltración, para conseguir información, para resolver algunas problemas un poco.... extraordinarios, ¿No? Eso necesito, que me saquen a los putos verdes de mi territorio.
El pedido terminó pareciendo más una orden que otra cosa con su voz autoritaria aunque siempre calma. Karamaru no supo que responder, tardó sus segundos, pensó su respuesta.
— Es que...
— La recompensa será generosa, no se preocupen ustedes, el trabajo no será gran problema para ustedes, son los mejores bla bla bla. Necesito el trabajo hecho acá no estamos discutiendo política ni grises ni nada así que no me vengas con dudas de mierda pelado, ¿Sí o no? Es sencillo. ¿Qué decís dientudo azul?
«Putaso déjame pensar, por qué hablas tanto, las cosas no funcionan así...»
Todas las miradas se dirigieron a Kaido que funcionó como una excusa perfecta para que Karamaru se ahorrase sus dudas y su respuesta incorrecta. Estaba completamente confundido, y creía que su compañero de aldea- por ver su bandana en la frente, podría estar igual que él. Algo así necesitaba hablarse pero el gordo no parecía estar muy de acuerdo con las negativas.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘