11/09/2018, 19:49
Al instante lo azul invadió cada parte de su boca. Se había vuelto bastante líquida y el calvo la pudo sentir moviéndose por la boca tan solo un instante. No tuvo tiempo de reaccionar, apenas si le pudo sentir el sabor, que todo a su alrededor comenzó a moverse. Pasaba por al lado de su cabeza como si estuviese acelerando, todo se volvió borroso y los colores que veía empezaban a cambiar. Ese olor a humedad y encierro empezarían a desaparecer para dejar paso a un fuerte y penetrante aroma a inciensos. Pronto saldría disparado de ese túnel parado en un lugar, en una escena, que recordaba mejor de lo que su mente intentó ocultar.
Veía los muslos de su madre a un lado, los de su padre al otro. Todos vestidos en túnicas blancas con patrones amarillos. Mucha gente a su alrededor en una edificio rectangular de piedra gris clara y pocos ventanales que dejaban entrar una tenue luz que se complementaba con velas en las paredes. Todos se agrupaban en un círculo perfecto sobre el centro de atención.
«A... ¿Abuela?»
Sonaba su voz, pero también la de aquel niño que veía a la madre de su progenitora tumbada sobre un bloque de mármol. Un ligero cántico comenzó a sonar por sobre el silencio de todos, una ligera y melancólica música desde un punto que no se podía ver pero que inundaba todo el interior.
«¿Por qué estas ahí? ¿Qué hago yo acá?» la dualidad de voces se alternaban.
De pronto los sonidos se detuvieron y cuatro hombres se acercaron al cuerpo desde el círculo en el que estaban. Las luces de las velas se apagaron y una parte redonda del techo de piedra fue removido dejando entrar la luz del Sol al punto de hacer entrecerrar los ojos de la mayoría.
«¿Por qué la abuela duerme? ¿Qué hacen? ¿Qué hago yo acá? Esto... esto ya pasó... pero... no quiero esto...»
Una lágrima corrió por la mejilla del pequeño. Sintió la palma de la mano de su padre en la espalda, el apretón de manos de su madre a quién agarraba con fuerza. Los cuatro hombres dieron pasos al frente y tras unos cuantos sellos tiraron su manos al frente.
La luz cálida del Sol se vio opacada por un frío y oscuro destello interminable de relámpagos azules. La sala se volvió oscura y lo poco que se podía ver eran los cuerpos de esos hombres siendo iluminado por los duraderos rayos azules que viajaban en dirección a la anciana. Los inciensos ya no se sentían y en su lugar un extraño color a quemado llegaba a las narices de todos.
Otras lágrimas cayeron. El pequeño calvo se escondió detrás de la pierna de su madre pero aún así seguía viendo.
Seguía viendo a su abuela siendo reducidas a cenizas en un ritual que años más tarde no solo entendería sino que también le encantaría. La profundidad, el valor y el significado que le enseñarían lo harían muy importante para él.
«Abuela...»
Los destellos se detuvieron y la luz natural poco a poco fue siendo nuevamente la principal. Las cenizas aún caían de la cama de mármol al piso cuando los más alejados del círculo central comenzaban a salir del edificio. Su padre se había ido, los cuatro hombres, todos los presentes, excepto él y su mamá.
— ¿Por qué mamá? ¿Por qué?— sonó la voz quebrada de un niño que seguía en llanto.
«¿Por qué?» preguntó la voz de un adolescente que tampoco entendía qué sucedía.
Pero la madre no respondió, solo contestó su pregunta con un abrazo y el acompañamiento en las lágrimas.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
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