12/09/2018, 13:34
Pese al susto inicial, Daruu habló con coraje. Coraje y educación al mismo tiempo, dos cualidades que parecían estar escaseando en las últimas generaciones de shinobi. Quizás fue eso lo que llevó a Yui a relajarse un tanto. Sin embargo, la mujer seguía con los ojos peligrosamente entrecerrados. Al final se dio la vuelta, cruzó los brazos sobre el pecho y las faldas de su uwagi de Arashikage ondearon a su alrededor cuando se volvió hacia él ventanal. Detrás de él, las siluetas de los interminables rascacielos que conformaban Amegakure se veían difuminados por la eterna tormenta.
La misma tormenta que bullía en su interior, lista para estallar.
—Habla, Amedama. Y te recomiendo no poner a prueba mi paciencia.
La misma tormenta que bullía en su interior, lista para estallar.
—Habla, Amedama. Y te recomiendo no poner a prueba mi paciencia.