18/09/2018, 23:59
Zetsuo suspiró, desilusionado.
—Mal —dijo—. Te tenías que haber visto la cara. Sabes perfectamente que no habíamos quedado una hora antes, y sin embargo te has dejado llevar porque me temes. —Su padre no la miraba. Sus ojos paseaban intranquilos registrando el movimiento de los transeúntes de la plaza—. Y si me temes a mí, ¿cómo no vas a temer a los Uchiha? Si te crees mis mentiras, ¿cómo no te vas a creer las de los Uchiha?
Se levantó, le dio la espalda y echó a andar, sin ningún final claro para el camino elegido.
—A Amedama le sobran las agallas —aseveró—. Y a ti te faltan. —Luego, recordó algo que le hizo sonreír, si bien disimuladamente—. Quizás debieras juntarte más con ese muchacho... ¿cómo se llamaba? ¿Kondo? Ah, Kaido. Eso es. Kaido.
—Mal —dijo—. Te tenías que haber visto la cara. Sabes perfectamente que no habíamos quedado una hora antes, y sin embargo te has dejado llevar porque me temes. —Su padre no la miraba. Sus ojos paseaban intranquilos registrando el movimiento de los transeúntes de la plaza—. Y si me temes a mí, ¿cómo no vas a temer a los Uchiha? Si te crees mis mentiras, ¿cómo no te vas a creer las de los Uchiha?
Se levantó, le dio la espalda y echó a andar, sin ningún final claro para el camino elegido.
—A Amedama le sobran las agallas —aseveró—. Y a ti te faltan. —Luego, recordó algo que le hizo sonreír, si bien disimuladamente—. Quizás debieras juntarte más con ese muchacho... ¿cómo se llamaba? ¿Kondo? Ah, Kaido. Eso es. Kaido.