20/09/2018, 17:45
El doctor Heiwamaru pidió las bebidas en la barra mientras los ninjas tomaban asiento en torno a una de las mesas bajas que poblaban el local, y bajo la mirada inquisitiva del único ojo de la mercenaria con el cabello color fuego.
—Aquí tienen... —dijo el médico mientras dejaba los vasos en la mesa.
Akame tomó el suyo y bebió un largo sorbo con la cañita de plástico que se hundía en el rojo contenido del vaso, agitando los hielos. Todo el repentino jaleo de la plaza le había dado una sed tremenda, y mientras terminaba de poner sus pensamientos en orden, escuchó lo que el doctor tenía que contarles.
—Verán, este es un asunto delicado —comenzó—. Lo primero que deben entender es que esta criatura tiene un gran val...
De repente, se detuvo. Había estado lanzando miradas de escrutinio a su alrededor y había reparado en la presencia de Ninjin algo más tarde que los tres ninjas. Heiwamaru compuso involuntariamente un gesto de absoluto desprecio, y un bufido molesto escapó de sus labios. Cuando volvió a hablar al trío de shinobi, su voz sonaba mucho más cautelosa y desconfiada.
—Vaya, hombre, ya es mala suerte... —sacudió la cabeza, resignado—. Como les iba diciendo, pese a que entiendo su preocupación para con la gente de Akachamura, creo que lo justo es que conozcan toda la historia. Esta criatura, o "bestia", como algunos ignorantes la llaman —escupió, mirando de reojo a la esquina del local donde se encontraba Ninjin Brazo Fuerte—, es en realidad un rarísimo especimen de primate que sólo habita en esta isla, la Mediana Roja. Uno que llevo estudiando durante muchos, muchos años.
«¡Ah! Así que por eso se encontraba aquí y parece conocer el pueblo, a pesar de que no tiene aspecto de isleño», dedujo Akame.
—¿Pero no es usted médico? —preguntó el jōnin con verdadero interés—. ¿Cómo se relaciona esto con su... Campo de trabajo?
Heiwamaru infló el pecho como un pavo real y carraspeó sonoramente para tratar de disimular su patente orgullo y ego profesional. Por sus gestos, parecía evidente que se tenía a sí mismo en gran estima.
—Bueno, debo confesar que además de un doctor excelente, soy un reputado naturista —respondió, tomando un sorbo de su bebida—. Mis investigaciones son bien conocidas a lo ancho y largo de Oonindo, aunque ninguna de ellas ha tenido nunca tanta relevancia como esta en la que me encuentro inmerso.
El Uchiha asintió, escéptico, mientras alzaba una ceja. Desconfiaba de la gente que presumía tanto de sus aptitudes profesionales.
—Como sea —continuó el doctor Heiwamaru—, el asunto es que esta criatura ha estado volviéndose más y más territorial con el tiempo. Mi teoría es que se está desplazando hacia una zona con más recursos, dado que probablemente su ecosistema natal no está preparado para surtirla de todo lo que necesita. De ahí que, recientemente, haya estado molestando a los habitantes de Akachamura.
—¿Molestando? —inquirió Akame—. Bueno, a lo que ha ocurrido en la plaza yo no lo llamaría precisamente "molestar".
El doctor se irguió en su asiento, visiblemente incómodo.
—¡El asunto!, es que quiero pedirles que me ayuden a solventar este problema de forma que nadie salga herido. Es lo mejor para todos, sin duda —argumentó—. Y también para la criatura.
En ese momento una docena de publerinos, hombres y mujeres, irrumpió en el chiringuito. El vocerío que traían consigo eclipsó por momentos a la música cumbiera de fondo y captó la atención del doctor y el jōnin del Remolino. Los pueblerinos cruzaron la terraza en mitad de discusiones e improperios hasta plantarse frente a Ninjin Brazo Fuerte, que los observó con una mueca codiciosa en los labios.
—¡Está bien, mercenaria, tú ganas! —dijo una mujer menuda, delgada y que vestía con un pareo y un top playero—. ¿Cuánto quieres por la cabeza de ese monstruo?
Y la mercenaria besada por el fuego ensanchó su sonrisa.
—Aquí tienen... —dijo el médico mientras dejaba los vasos en la mesa.
Akame tomó el suyo y bebió un largo sorbo con la cañita de plástico que se hundía en el rojo contenido del vaso, agitando los hielos. Todo el repentino jaleo de la plaza le había dado una sed tremenda, y mientras terminaba de poner sus pensamientos en orden, escuchó lo que el doctor tenía que contarles.
—Verán, este es un asunto delicado —comenzó—. Lo primero que deben entender es que esta criatura tiene un gran val...
De repente, se detuvo. Había estado lanzando miradas de escrutinio a su alrededor y había reparado en la presencia de Ninjin algo más tarde que los tres ninjas. Heiwamaru compuso involuntariamente un gesto de absoluto desprecio, y un bufido molesto escapó de sus labios. Cuando volvió a hablar al trío de shinobi, su voz sonaba mucho más cautelosa y desconfiada.
—Vaya, hombre, ya es mala suerte... —sacudió la cabeza, resignado—. Como les iba diciendo, pese a que entiendo su preocupación para con la gente de Akachamura, creo que lo justo es que conozcan toda la historia. Esta criatura, o "bestia", como algunos ignorantes la llaman —escupió, mirando de reojo a la esquina del local donde se encontraba Ninjin Brazo Fuerte—, es en realidad un rarísimo especimen de primate que sólo habita en esta isla, la Mediana Roja. Uno que llevo estudiando durante muchos, muchos años.
«¡Ah! Así que por eso se encontraba aquí y parece conocer el pueblo, a pesar de que no tiene aspecto de isleño», dedujo Akame.
—¿Pero no es usted médico? —preguntó el jōnin con verdadero interés—. ¿Cómo se relaciona esto con su... Campo de trabajo?
Heiwamaru infló el pecho como un pavo real y carraspeó sonoramente para tratar de disimular su patente orgullo y ego profesional. Por sus gestos, parecía evidente que se tenía a sí mismo en gran estima.
—Bueno, debo confesar que además de un doctor excelente, soy un reputado naturista —respondió, tomando un sorbo de su bebida—. Mis investigaciones son bien conocidas a lo ancho y largo de Oonindo, aunque ninguna de ellas ha tenido nunca tanta relevancia como esta en la que me encuentro inmerso.
El Uchiha asintió, escéptico, mientras alzaba una ceja. Desconfiaba de la gente que presumía tanto de sus aptitudes profesionales.
—Como sea —continuó el doctor Heiwamaru—, el asunto es que esta criatura ha estado volviéndose más y más territorial con el tiempo. Mi teoría es que se está desplazando hacia una zona con más recursos, dado que probablemente su ecosistema natal no está preparado para surtirla de todo lo que necesita. De ahí que, recientemente, haya estado molestando a los habitantes de Akachamura.
—¿Molestando? —inquirió Akame—. Bueno, a lo que ha ocurrido en la plaza yo no lo llamaría precisamente "molestar".
El doctor se irguió en su asiento, visiblemente incómodo.
—¡El asunto!, es que quiero pedirles que me ayuden a solventar este problema de forma que nadie salga herido. Es lo mejor para todos, sin duda —argumentó—. Y también para la criatura.
En ese momento una docena de publerinos, hombres y mujeres, irrumpió en el chiringuito. El vocerío que traían consigo eclipsó por momentos a la música cumbiera de fondo y captó la atención del doctor y el jōnin del Remolino. Los pueblerinos cruzaron la terraza en mitad de discusiones e improperios hasta plantarse frente a Ninjin Brazo Fuerte, que los observó con una mueca codiciosa en los labios.
—¡Está bien, mercenaria, tú ganas! —dijo una mujer menuda, delgada y que vestía con un pareo y un top playero—. ¿Cuánto quieres por la cabeza de ese monstruo?
Y la mercenaria besada por el fuego ensanchó su sonrisa.