21/09/2018, 13:32
Daruu replicó y su respuesta placó con valentía las palabras de Kōri. Aquella era otra de las cualidades que el Jōnin apreciaba del chico: su inteligencia. Y por ello una fina y apenas apreciable sonrisa curvó sus labios.
En ese momento regresó la camarera. Colocó el plato entre los dos y una jarra de agua con cubitos de hielo. También había traído dos vasos de agua con ella, pese a que Kōri no lo había pedido. Tras darle las gracias con una inclinación de cabeza, la mujer se alejó y volvieron a quedarse a solas. Kōri tomó uno de los cuatro dangos y lo esgrimió en el aire, apuntándole directamente con él.
—Desde luego, no voy a negar que ya eres mucho más templado que Ayame —dijo, regresando a su habitual serenidad—. Pero hay que trabajar en ello. Daruu-kun, ¿recuerdas cuando nos tuvimos que infiltrar en la guarida de los Kajitsu?
En ese momento regresó la camarera. Colocó el plato entre los dos y una jarra de agua con cubitos de hielo. También había traído dos vasos de agua con ella, pese a que Kōri no lo había pedido. Tras darle las gracias con una inclinación de cabeza, la mujer se alejó y volvieron a quedarse a solas. Kōri tomó uno de los cuatro dangos y lo esgrimió en el aire, apuntándole directamente con él.
—Desde luego, no voy a negar que ya eres mucho más templado que Ayame —dijo, regresando a su habitual serenidad—. Pero hay que trabajar en ello. Daruu-kun, ¿recuerdas cuando nos tuvimos que infiltrar en la guarida de los Kajitsu?