22/09/2018, 00:25
Daruu se levantó de golpe, visiblemente irritado y sorprendido por las inexplicables acciones de su tutor. Se miró las esposas, unas esposas de hielo macizo que parecían incluso más resistentes que el hielo normal. Dado que estaban constituidas por hielo, no había cerradura alguna en su base. Después de todo, no habría unas llaves para ellas. ¿Qué haría Daruu para librarse de ellas?
Miró a su alrededor, desesperado por ayuda. Cerca de él, entre los comensales, escuchó alguna que otra risilla. El resto de las personas se miraban entre sí, sin saber muy bien cómo actuar ante una situación así. Además, el que le había esposado era un shinobi de alto rango, todos lo habían visto y más de uno ya conocía al inescrutable Hielo. ¿Cómo podían unos civiles como ellos interponerse en las decisiones de alguien así?
De repente un gato negro saltó sobre la mesa de Daruu, tomó el dango sobrante entre sus dientes sosteniéndolo por el palillo y, con aquella elegante agilidad que les caracterizaba, saltó y salió por la puerta a todo correr.
Miró a su alrededor, desesperado por ayuda. Cerca de él, entre los comensales, escuchó alguna que otra risilla. El resto de las personas se miraban entre sí, sin saber muy bien cómo actuar ante una situación así. Además, el que le había esposado era un shinobi de alto rango, todos lo habían visto y más de uno ya conocía al inescrutable Hielo. ¿Cómo podían unos civiles como ellos interponerse en las decisiones de alguien así?
De repente un gato negro saltó sobre la mesa de Daruu, tomó el dango sobrante entre sus dientes sosteniéndolo por el palillo y, con aquella elegante agilidad que les caracterizaba, saltó y salió por la puerta a todo correr.