20/09/2015, 21:19
El albino quedó esperando por un buen rato. Entre lo cuál, las miradas no cesaban un solo segundo. El chico casi podía respirar en paz, se sentía como en casa pese a estar en otro lado. Su sonrisa se hizo algo mas sincera, realmente le agradaba.
El sepulcral silencio agazapado por pequeños puchicheos se cortó en seco, a su lado un chico se lanzó con una pregunta algo rara. Le preguntó con descaro si la mesa estaba ocupada... ¿acaso no le había visto? ¿O simplemente hablaba con la nada? ¿Qué clase de pregunta era esa? Sin pensarlo dos veces, el chico comenzó a palparse la cara, jalarse de los mofletes, y mas tarde mirar a ambos lados. Tras ello, volvió la mirada hacia su interlocutor, y alzó ambos hombros con gesto de resignación.
—Bueeeeeno... solo un poco.— Respondió sin titubeo.
Sin embargo, quizás ésta situación le llevase a buen puerto, quizás con un aldeano mas a su vera la tendera llegase a acudir a la mesa de una maldita vez. Sin duda, el estómago le podía bastante.
—Tampoco soy celoso... y a veces ni muerdo... puedes sentarte si quieres.—
El chico portaba en su frente una banda metálica bastante conocida. Procedía de Uzu, al menos era mejor que encontrarse a uno de ame... Con su característica sonrisa tan poco real, pero no por ello denotativamente falsa, el chico atendió al invitado tan amablemente como bien pudo. Saldría ganando de esa situación, así que no había por qué lamentarse... lo único que lamentaba era la compañía, realmente no le apetecía estar junto a alguien. Pero en fin...
Sin demasiada demora, el chico buscó con sus orbes de distintos colores a la tendera del comercio. Aunque era pequeño el sitio, y tampoco había demasiada gente, estaba tardando varias eternidades. La espera se le estaba haciendo difícil con el estómago vacío.
—Bueno, eso contando con que la tendera venga aquí... porque ya llevo esperando un buen rato.— Añadió el Senju.—Por cierto, puedes llamarme Blame.—
Pese a todo, guardó las formalidades.
El sepulcral silencio agazapado por pequeños puchicheos se cortó en seco, a su lado un chico se lanzó con una pregunta algo rara. Le preguntó con descaro si la mesa estaba ocupada... ¿acaso no le había visto? ¿O simplemente hablaba con la nada? ¿Qué clase de pregunta era esa? Sin pensarlo dos veces, el chico comenzó a palparse la cara, jalarse de los mofletes, y mas tarde mirar a ambos lados. Tras ello, volvió la mirada hacia su interlocutor, y alzó ambos hombros con gesto de resignación.
—Bueeeeeno... solo un poco.— Respondió sin titubeo.
Sin embargo, quizás ésta situación le llevase a buen puerto, quizás con un aldeano mas a su vera la tendera llegase a acudir a la mesa de una maldita vez. Sin duda, el estómago le podía bastante.
—Tampoco soy celoso... y a veces ni muerdo... puedes sentarte si quieres.—
El chico portaba en su frente una banda metálica bastante conocida. Procedía de Uzu, al menos era mejor que encontrarse a uno de ame... Con su característica sonrisa tan poco real, pero no por ello denotativamente falsa, el chico atendió al invitado tan amablemente como bien pudo. Saldría ganando de esa situación, así que no había por qué lamentarse... lo único que lamentaba era la compañía, realmente no le apetecía estar junto a alguien. Pero en fin...
Sin demasiada demora, el chico buscó con sus orbes de distintos colores a la tendera del comercio. Aunque era pequeño el sitio, y tampoco había demasiada gente, estaba tardando varias eternidades. La espera se le estaba haciendo difícil con el estómago vacío.
—Bueno, eso contando con que la tendera venga aquí... porque ya llevo esperando un buen rato.— Añadió el Senju.—Por cierto, puedes llamarme Blame.—
Pese a todo, guardó las formalidades.