20/09/2015, 22:47
El chico se dio a conocer como Juro. Curioso nombre, aunque el albino tampoco era quién para decir que un nombre era "raro". SU nombre no tenía ni vocablos correctos en su idioma, eso sí que era descabellado. Con una sonrisa similar a la del albino, el chico insinuó que era un placer haberlo conocido. Sin duda, no sabía de qué hablaba.
«Claro, claro...»
Su pregunta tras la presentación no fue a parar al baúl de las cosas mas lógicas que preguntaría a lo largo de su vida. El chico hasta llegaba a ser gracioso... Al senju se le escapó incluso una risa. No pudo evitarlo, fue algo casi instintivo. Sus orbes siguieron a los del chico, buscando con el mismo ahínco a la chica que debía haberle atendido.
—Si... quizás habría sido una buena opción... jajajaja.—
Para cuando Juro alzó el brazo, la chica notó su presencia. Dejó los platos que llevaba a una mesa, dejándolos ante sus respectivos comensales, y hizo amago de ir hacia la mesa de los chicos. Sin embargo, como bien escrito está, hizo amago. Quiso ir hacia la mesa, pero se detuvo de manera tosca al observar que el peliblanco aún estaba en la mesa. Sin dudarlo un solo segundo, la chica se adentró de nuevo en la cocina, de donde saldría con un par de platos mas.
Ante esa acción, la vena de la sien del Senju se hinchó. No podía creerlo, la chica pasaba de atenderlos... ¿para qué había dejado entonces sentarse ahí a Juro? Dioses, ese maquiavélico plan de utilización no le habia servido ni para limpiarse el culo.
Volvió su mirada hacia su antagonista, dejó caer un suspiro de resignación, y se llevó una mano a la cabeza. Con un gesto lento y exasperado, dejó caer la mano hacia detrás, echando hacia detrás su media cabellera blanquecina.
—Si fuese un saco de boxeo, esa chica se habría llevado ya un par de golpes... por desgracia, los sacos de boxeo no atienden...— Reflexionó en voz alta. —Aunque bueno... ésta chica tampoco atiende... mmm...—
Su descabellado raciocinio sin duda dejaría mal sabor de boca a cualquier persona. O quizás no a cualquiera, en éste mundo hay de todo... Sin demasiado que hacer, se llevó la mano hacia el mentón, el cuál apoyó con mirada indignada hacia un lateral.
—A saber qué mosca le ha picado a esa...—
«Claro, claro...»
Su pregunta tras la presentación no fue a parar al baúl de las cosas mas lógicas que preguntaría a lo largo de su vida. El chico hasta llegaba a ser gracioso... Al senju se le escapó incluso una risa. No pudo evitarlo, fue algo casi instintivo. Sus orbes siguieron a los del chico, buscando con el mismo ahínco a la chica que debía haberle atendido.
—Si... quizás habría sido una buena opción... jajajaja.—
Para cuando Juro alzó el brazo, la chica notó su presencia. Dejó los platos que llevaba a una mesa, dejándolos ante sus respectivos comensales, y hizo amago de ir hacia la mesa de los chicos. Sin embargo, como bien escrito está, hizo amago. Quiso ir hacia la mesa, pero se detuvo de manera tosca al observar que el peliblanco aún estaba en la mesa. Sin dudarlo un solo segundo, la chica se adentró de nuevo en la cocina, de donde saldría con un par de platos mas.
Ante esa acción, la vena de la sien del Senju se hinchó. No podía creerlo, la chica pasaba de atenderlos... ¿para qué había dejado entonces sentarse ahí a Juro? Dioses, ese maquiavélico plan de utilización no le habia servido ni para limpiarse el culo.
Volvió su mirada hacia su antagonista, dejó caer un suspiro de resignación, y se llevó una mano a la cabeza. Con un gesto lento y exasperado, dejó caer la mano hacia detrás, echando hacia detrás su media cabellera blanquecina.
—Si fuese un saco de boxeo, esa chica se habría llevado ya un par de golpes... por desgracia, los sacos de boxeo no atienden...— Reflexionó en voz alta. —Aunque bueno... ésta chica tampoco atiende... mmm...—
Su descabellado raciocinio sin duda dejaría mal sabor de boca a cualquier persona. O quizás no a cualquiera, en éste mundo hay de todo... Sin demasiado que hacer, se llevó la mano hacia el mentón, el cuál apoyó con mirada indignada hacia un lateral.
—A saber qué mosca le ha picado a esa...—