28/09/2018, 15:02
Zetsuo quedó paralizado ante el abrazo de Ayame como si realmente fuese alérgico a una demostración de amor que fuera más allá de una palmadita en la espalda. Luchó contra el abrazo revolviéndose, aunque al final terminó por aceptarlo con los brazos caídos y un nuevo suspiro desganado.
—Gracias... por hacer esto por mí.
—No hay nada que agradecer. Era mi deber como padre y como jounin de Amegakure. Hice lo que debía de hacer. Eso es todo.
Ayame se separó de Zetsuo y le dedicó unas dubitativas palabras que le hicieron entrecerrar los ojos. Formuló el sello del Pájaro y... se convirtió en uno de ellos. Zetsuo alzó las cejas, sorprendido, y dio un paso atrás mientras su hija se elevaba.
Claro, cómo no. Ese entrometido.
—¡Eso significa que has estado destinando esfuerzos a este entrenamiento con otro distinto a mis espaldas! Maldita niña, siempre igual —se quejó bufando, pero sin embargo con una media sonrisa—. ¿De qué te iban a servir esas alas si no podías salir de la aldea? O es que acaso... ¿estabas planeando escaparte? —Sus ojos registraron la verdad y supieron que no. Suspiró y se llevó la mano a la frente—. Bien. Ahora baja aquí y vámonos a casa, estoy terriblemente cansado.
»Hasta ahora, esta era la prioridad. Pero más te vale que entrenes bien duro con tu hermano y con ese... Houzuki —dijo esta última palabra con un deje de desprecio—. Porque no soporto ver a ese Amedama paseándose por ahí con su placa de chuunin mientras tú sigues estancada bajo su sombra. ¿Entendido?
—Gracias... por hacer esto por mí.
—No hay nada que agradecer. Era mi deber como padre y como jounin de Amegakure. Hice lo que debía de hacer. Eso es todo.
Ayame se separó de Zetsuo y le dedicó unas dubitativas palabras que le hicieron entrecerrar los ojos. Formuló el sello del Pájaro y... se convirtió en uno de ellos. Zetsuo alzó las cejas, sorprendido, y dio un paso atrás mientras su hija se elevaba.
Claro, cómo no. Ese entrometido.
—¡Eso significa que has estado destinando esfuerzos a este entrenamiento con otro distinto a mis espaldas! Maldita niña, siempre igual —se quejó bufando, pero sin embargo con una media sonrisa—. ¿De qué te iban a servir esas alas si no podías salir de la aldea? O es que acaso... ¿estabas planeando escaparte? —Sus ojos registraron la verdad y supieron que no. Suspiró y se llevó la mano a la frente—. Bien. Ahora baja aquí y vámonos a casa, estoy terriblemente cansado.
»Hasta ahora, esta era la prioridad. Pero más te vale que entrenes bien duro con tu hermano y con ese... Houzuki —dijo esta última palabra con un deje de desprecio—. Porque no soporto ver a ese Amedama paseándose por ahí con su placa de chuunin mientras tú sigues estancada bajo su sombra. ¿Entendido?