21/09/2015, 20:21
El sol estaba en su máximo esplendor aquel día de verano en la Villa Oculta del Remolino y Eri había tenido la poca suerte de haber tenido que salir a realizar un trabajo para su querida vecina que llevaba una tienda de ropa en el centro de la villa, ropa no muy casual pero que causaba furor en la mayoría de señoras mayores. Así pues, tenemos a una Eri vestida de una forma un tanto peculiar: Un vestido corto, de mangas largas y transparentes y a su vez de falda pomposa que le llegaba por las rodillas a la chica de cabellos azules, de un color azul pálido, con un lazo azul oscuro en su parte trasera, donde terminaba su espalda, además de unas sandalias blancas y unos guantes del mismo color, y como accesorios, una cinta azul oscuro en su cabello junto con una rosa artificial del mismo tono que la cinta y un parasol blanco.
¿Y a qué venía todo esto? Fácil, no es que necesitase dinero, ya que gracias a lo que le dejó en herencia su abuelo Genza puede vivir del cuento perfectamente, pero era una ninja de Uzushiogakure al fin y al cabo, y ayudar a los demás era su deber, aunque la gente no entendía bien su significado, y otros simplemente explotaban a los ninjas del remolino. Esto es lo que explica como nuestra protagonista de esta pequeña historia iba vestida de esa forma en pleno verano: su vecina le había contratado para pasearse por la villa así vestida haciendo publicidad a su tienda de ropa. Con suerte pudo atarse su portaobjetos en el muslo izquierdo, junto con su bandana, aunque no sabía con exactitud si podía darle un uso o no, siempre tenía que llevarlo encima.
El paseo de la kunoichi por toda la villa fue un espectáculo digno de ver, así cuando recorrió más de la mitad de Uzushio, llegó al Jardín de los Cerezos en busca de algún lugar para descansar sus agotados pies, ya que las malditas sandalias eran muy incómodas. Así, una vez allí, divisó a un joven de más o menos su edad tumbado sobre un banco a la sombra de un árbol, y pensó que ese lugar podría ser perfecto para descansar, ya que los demás bancos estaban situados al otro lado del paseo, y, por ende, recibían todos los rayos del sol.
Así terminó acercándose al joven de tez morena, que le sonaba espantosamente familiar.
- Buenas tardes, ¿importaría si me sentase a su lado a descansar? - Se quiso pegar en la frente con la palma de la mano por el modo en que habló al chico, las ropas extrañas le estaban afectando más de lo normal, solo esperó a que el chico no se riese de ella o algo parecido.
¿Y a qué venía todo esto? Fácil, no es que necesitase dinero, ya que gracias a lo que le dejó en herencia su abuelo Genza puede vivir del cuento perfectamente, pero era una ninja de Uzushiogakure al fin y al cabo, y ayudar a los demás era su deber, aunque la gente no entendía bien su significado, y otros simplemente explotaban a los ninjas del remolino. Esto es lo que explica como nuestra protagonista de esta pequeña historia iba vestida de esa forma en pleno verano: su vecina le había contratado para pasearse por la villa así vestida haciendo publicidad a su tienda de ropa. Con suerte pudo atarse su portaobjetos en el muslo izquierdo, junto con su bandana, aunque no sabía con exactitud si podía darle un uso o no, siempre tenía que llevarlo encima.
El paseo de la kunoichi por toda la villa fue un espectáculo digno de ver, así cuando recorrió más de la mitad de Uzushio, llegó al Jardín de los Cerezos en busca de algún lugar para descansar sus agotados pies, ya que las malditas sandalias eran muy incómodas. Así, una vez allí, divisó a un joven de más o menos su edad tumbado sobre un banco a la sombra de un árbol, y pensó que ese lugar podría ser perfecto para descansar, ya que los demás bancos estaban situados al otro lado del paseo, y, por ende, recibían todos los rayos del sol.
Así terminó acercándose al joven de tez morena, que le sonaba espantosamente familiar.
- Buenas tardes, ¿importaría si me sentase a su lado a descansar? - Se quiso pegar en la frente con la palma de la mano por el modo en que habló al chico, las ropas extrañas le estaban afectando más de lo normal, solo esperó a que el chico no se riese de ella o algo parecido.