El camino hacia la tienda de Kitama se le hizo corto, quizás porque poco a poco iba conociendo la Villa al completo y se había aprendido algún que otro atajo para llegar a los sitios más importantes y su destino estaba cerca de uno de los principales atractivos de la aldea, el Jardín de los Cerezos.
La calle era una típica calle comercial, con locales de todo tipo que trataban de llamar la atención de clientes potenciales con llamativos escaparates, flores e incluso con los colores de su propia fachada. Riko iba en busca de uno en concreto, uno que fue fácil de distinguir porque, de entre todos los locales que había allí, quizás era el que menos interés en atraer nuevos clientes demostraba tener, basándote en el aspecto externo del negocio.
«Shida no Seidō, aquí es.»
El pelinegro se aventuró al interior del local una vez confirmado que era su lugar de destino y, una vez dentro, pudo ver la ingente cantidad de artículos de los que disponía, ordenados en estanterías , aunque muchos de aquellos objetos tendrían poco valor de mercado, pero aún así Riko andaba mirando las estanterías, observando todos aquellos artículos.
Al internarse un poco más en la tienda fue capaz de ver a un hombre tras la caja registradora y se acercó allí con paso decidido.
El hombre tenía pinta de ser mayor, aunque quizás aparentara más de los que tenía pero, si tenía que quedarse con algo que le llamara la atención de él, sin duda sería aquella especie de verruga que tenía en la nariz, que inmediatamente captó su atención.
—Hola, buenos días. — Se presentó. —Mi nombre es Kaguya Riko, y se me ha asignado la misión de acompañar a Kitama Shida-san a una subasta, ¿es usted? — Preguntaría directamente.
La calle era una típica calle comercial, con locales de todo tipo que trataban de llamar la atención de clientes potenciales con llamativos escaparates, flores e incluso con los colores de su propia fachada. Riko iba en busca de uno en concreto, uno que fue fácil de distinguir porque, de entre todos los locales que había allí, quizás era el que menos interés en atraer nuevos clientes demostraba tener, basándote en el aspecto externo del negocio.
«Shida no Seidō, aquí es.»
El pelinegro se aventuró al interior del local una vez confirmado que era su lugar de destino y, una vez dentro, pudo ver la ingente cantidad de artículos de los que disponía, ordenados en estanterías , aunque muchos de aquellos objetos tendrían poco valor de mercado, pero aún así Riko andaba mirando las estanterías, observando todos aquellos artículos.
Al internarse un poco más en la tienda fue capaz de ver a un hombre tras la caja registradora y se acercó allí con paso decidido.
El hombre tenía pinta de ser mayor, aunque quizás aparentara más de los que tenía pero, si tenía que quedarse con algo que le llamara la atención de él, sin duda sería aquella especie de verruga que tenía en la nariz, que inmediatamente captó su atención.
—Hola, buenos días. — Se presentó. —Mi nombre es Kaguya Riko, y se me ha asignado la misión de acompañar a Kitama Shida-san a una subasta, ¿es usted? — Preguntaría directamente.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»