6/10/2018, 22:31
Daruu rio, y desvergonzadamente dio un paso adentro, cerró la puerta y se abrazó a la muchacha con alegría.
—¡La hora perfecta para invitarte a desayunar! —dijo Daruu, revolviéndole aún más si cabe el pelo enmarañado y carbón—. Hoy, además, tengo una muy buena sorpresa que darte.
Se separó de ella un momento y la besó. Cuando sus labios dijeron adiós, Ayame pudo comprobar que Daruu estaba extraordinariamente radiante aquella mañana. Tenía que ser una sorpresa muy agradable, pues el muchacho pocas veces mostraba tal entusiasmo por nada.
—¡La hora perfecta para invitarte a desayunar! —dijo Daruu, revolviéndole aún más si cabe el pelo enmarañado y carbón—. Hoy, además, tengo una muy buena sorpresa que darte.
Se separó de ella un momento y la besó. Cuando sus labios dijeron adiós, Ayame pudo comprobar que Daruu estaba extraordinariamente radiante aquella mañana. Tenía que ser una sorpresa muy agradable, pues el muchacho pocas veces mostraba tal entusiasmo por nada.