16/10/2018, 13:06
—Bah —profirió Zetsuo, cambiando el peso del cuerpo de un codo a otro y clavando la vista en la pared—. Bah. —Con otro resoplido el doble de molesto, volvió a repetir el movimiento, esta vez encarándose a Ayame y mirándola a los ojos. Era extraño, pero parecía que no estuviese mirándola a ella, sino más allá. Ni siquiera que estuviese intentando leerle la mente. Era como... si estuviera pensando cómo decirlo sin estallar—. Si es que sigo pensando que ha sido muy temerario y una muy puta mala idea hacer lo que hemos hecho, pero me insistió ochenta mil veces y al final, fíjate. Rebajado a esto. Joder. Qué pesada, coño.
»Chikatsu Saisei no Jutsu —recitó, al fin—. Una técnica de regeneración corporal médica extremadamente avanzada. Estuvimos toda una puta semana realizándola para que esa idiota pudiera recuperar los ojos. Imprudente. ¡Imprudente! Podría haberse quedado peor de lo que estaba —dijo—. El porcentaje de éxito con un órgano tan complejo como los ojos, y no uno, si no los dos, era inferior al cinco por ciento. Pero insistió. E insistió, e insistió. También quiso ocultártelo por algún puto motivo inexplicable.
—¡Para no preocuparla, que sé cómo se pone! —Todos fueron sorprendidos por una voz juguetona a las espaldas de Ayame. Kiroe dejó otro plato repleto de bollitos en la mesa. Zetsuo gruñó y a Kori le brillaron los ojos—. Comparte con tu hermana, ¿eh, Kori-kun?
»Oye, Ayame... Gracias. Si no hubiera sido por ti, hubiera perdido toda la esperanza de volver a refundar esto. Si no me hubieras enseñado a ecolocalizar... —Kiroe abrazó a Ayame. Pero era un abrazo muy diferente al anterior.
»Chikatsu Saisei no Jutsu —recitó, al fin—. Una técnica de regeneración corporal médica extremadamente avanzada. Estuvimos toda una puta semana realizándola para que esa idiota pudiera recuperar los ojos. Imprudente. ¡Imprudente! Podría haberse quedado peor de lo que estaba —dijo—. El porcentaje de éxito con un órgano tan complejo como los ojos, y no uno, si no los dos, era inferior al cinco por ciento. Pero insistió. E insistió, e insistió. También quiso ocultártelo por algún puto motivo inexplicable.
—¡Para no preocuparla, que sé cómo se pone! —Todos fueron sorprendidos por una voz juguetona a las espaldas de Ayame. Kiroe dejó otro plato repleto de bollitos en la mesa. Zetsuo gruñó y a Kori le brillaron los ojos—. Comparte con tu hermana, ¿eh, Kori-kun?
»Oye, Ayame... Gracias. Si no hubiera sido por ti, hubiera perdido toda la esperanza de volver a refundar esto. Si no me hubieras enseñado a ecolocalizar... —Kiroe abrazó a Ayame. Pero era un abrazo muy diferente al anterior.