17/10/2018, 19:54
El pie de Daruu impactó contra el antebrazo del chico-gato, que encajó el golpe con el antebrazo. Al tiempo, la cesta cayó sobre la cabeza del pescadero, más abajo, tirándole el pescado encima. Daruu chasqueó la lengua, y para cuando volvió a mirar al chico se había transformado en aquél gato blanco de ojos azules que había accedido a buscar. El animal bufó con rencor antes de que él pudiera hacer nada, y se abalanzó contra el pescadero, atacándole. Le arrebató varias sardinas, pero el hombre lo agarró cogiéndole por detrás del cuello y amenazándolo.
Daruu saltó y aterrizó, ágil, a unos metros del hombre.
—Ese gato es importante para la aldea —mintió—. Suéltelo inmediatamente. Está protegido. Si lo hace, le prometo que no volverá a molestarle. Deje que se lleve esos pescados por ahora. —Daruu miró con elocuencia al gato.
»Es una orden.
Daruu saltó y aterrizó, ágil, a unos metros del hombre.
—Ese gato es importante para la aldea —mintió—. Suéltelo inmediatamente. Está protegido. Si lo hace, le prometo que no volverá a molestarle. Deje que se lleve esos pescados por ahora. —Daruu miró con elocuencia al gato.
»Es una orden.