17/10/2018, 22:47
(Última modificación: 17/10/2018, 22:48 por Aotsuki Ayame.)
—No, me temo que no —respondió Zetsuo, con un gruñido—, de lo contrario esa entrometida habría sugerido la técnica para Daruu cuando sucedió.
«No estoy tan segura... Y menos con tantos riesgos.» Meditó Ayame para sí.
—¡Demonios! ¿Cómo consiguió siquiera la información sobre ella? Los Kekkei Genkai son demasiado complejos y... misteriosos como para regenerarlos a partir de otros tejidos del paciente.
—Ya veo... —respondió Ayame, agachando la mirada y dándole otro bocado al bollito.
Nuevamente, el retrato de Naia volvió a dibujarse en su mente. Lo había observado en secreto tantas veces que podría perfilar cada peca que adornaba aquel rostro angelical que escondía el veneno de una serpiente de cascabel, sus largos y suaves cabellos dorados, sus ojos verdes esmeralda, aquellos labios... A saber cuántas atrocidades más habría cometido desde entonces, cuántas vidas habría destrozado.
Ayame había apretado las mandíbulas sin darse cuenta de ello.
«Algún día...»
«No estoy tan segura... Y menos con tantos riesgos.» Meditó Ayame para sí.
—¡Demonios! ¿Cómo consiguió siquiera la información sobre ella? Los Kekkei Genkai son demasiado complejos y... misteriosos como para regenerarlos a partir de otros tejidos del paciente.
—Ya veo... —respondió Ayame, agachando la mirada y dándole otro bocado al bollito.
Nuevamente, el retrato de Naia volvió a dibujarse en su mente. Lo había observado en secreto tantas veces que podría perfilar cada peca que adornaba aquel rostro angelical que escondía el veneno de una serpiente de cascabel, sus largos y suaves cabellos dorados, sus ojos verdes esmeralda, aquellos labios... A saber cuántas atrocidades más habría cometido desde entonces, cuántas vidas habría destrozado.
Ayame había apretado las mandíbulas sin darse cuenta de ello.
«Algún día...»