18/10/2018, 23:24
—¡Tus excusas son tan malas cómo tus chistes!— Alegó por última vez.
Sin embargo, rápidamente empezó a escudriñar a sus alrededores, al notar la presencia de algo rodeándoles. Geki por su lado, lucía algo alterado ante lo que fuera que les estaba acechando. El niño de los cabellos grises rápidamente propuso la peor de las situaciones y se aventuró a decir que eran enemigos extranjeros, aunque el Yotsuki lo descartó de inmediato. "Si fuesen shinobis, no serían tan imbéciles de avisar sobre su presencia, a menos que sean unos inútiles que no saben nada sobre el sigilo. Debe ser algo más, ¿están jugando con nosotros?" Pensaba mientras ladeaba levemente la cabeza para ver de reojo a Geki.
—No te me pegues tanto joder— Dijo algo molesto. Tenía mil y un cosas para decirle, pero no el tiempo para comentarlas. —Cómo quieras actuar depende de ti. Ame y Kusa no son aliadas, así que nosotros legalmente tampoco, además...
No pudo terminar la frase pues rápidamente una sombra se lanzó sobre ambos genins. "VERGA" Rápidamente sacó un kunai de su portaobjetos con la intención de interceptar lo que se les venía encima, pero antes de hacer contacto un par de proyectiles impactaron en el costado del atacante. "¿Eso fue?".
—¡LE DI MALDITA SEA LE DI!— Un hombre de cabellos largos y castaños se asomo con una ballesta en mano, acompañado de otros dos, gritando a viva voz.
Al voltear, el de ojos dorados se percató que se trataba de un gran lobo blanco, el cuál saltó para caer a unos cuatro metros de los genins, dejando a estos últimos en medio de todo. Era un animal soberbio, intimidante y de un tamaño bastante anormal normal. "Fácilmente duplica el talla promedio" El cánido tenía dos saetas atravesadas en la zona de las costillas, pero no parecían sangrar demasiado. De hecho, el animal movió la cabeza y se las arrancó con extrema facilidad.
—¡OHNONONONO!— Dijo nervioso el sujeto al darse cuenta que su ofensiva no había sido efectiva.
La bestia gruñó y se abalanzó en carrera, rodeando a los niños para ir directo a por los sujetos armados que dispararon a lo loco, sin importar si le daban al lobo a los dos shinobis presentes.
—¡Mierda!— Saltó para evitar que se le clavaran los proyectiles, pero eso le impidió reaccionar a tiempo para intentar ayudar a los sujetos.
Sin embargo, rápidamente empezó a escudriñar a sus alrededores, al notar la presencia de algo rodeándoles. Geki por su lado, lucía algo alterado ante lo que fuera que les estaba acechando. El niño de los cabellos grises rápidamente propuso la peor de las situaciones y se aventuró a decir que eran enemigos extranjeros, aunque el Yotsuki lo descartó de inmediato. "Si fuesen shinobis, no serían tan imbéciles de avisar sobre su presencia, a menos que sean unos inútiles que no saben nada sobre el sigilo. Debe ser algo más, ¿están jugando con nosotros?" Pensaba mientras ladeaba levemente la cabeza para ver de reojo a Geki.
—No te me pegues tanto joder— Dijo algo molesto. Tenía mil y un cosas para decirle, pero no el tiempo para comentarlas. —Cómo quieras actuar depende de ti. Ame y Kusa no son aliadas, así que nosotros legalmente tampoco, además...
No pudo terminar la frase pues rápidamente una sombra se lanzó sobre ambos genins. "VERGA" Rápidamente sacó un kunai de su portaobjetos con la intención de interceptar lo que se les venía encima, pero antes de hacer contacto un par de proyectiles impactaron en el costado del atacante. "¿Eso fue?".
—¡LE DI MALDITA SEA LE DI!— Un hombre de cabellos largos y castaños se asomo con una ballesta en mano, acompañado de otros dos, gritando a viva voz.
Al voltear, el de ojos dorados se percató que se trataba de un gran lobo blanco, el cuál saltó para caer a unos cuatro metros de los genins, dejando a estos últimos en medio de todo. Era un animal soberbio, intimidante y de un tamaño bastante anormal normal. "Fácilmente duplica el talla promedio" El cánido tenía dos saetas atravesadas en la zona de las costillas, pero no parecían sangrar demasiado. De hecho, el animal movió la cabeza y se las arrancó con extrema facilidad.
—¡OHNONONONO!— Dijo nervioso el sujeto al darse cuenta que su ofensiva no había sido efectiva.
La bestia gruñó y se abalanzó en carrera, rodeando a los niños para ir directo a por los sujetos armados que dispararon a lo loco, sin importar si le daban al lobo a los dos shinobis presentes.
—¡Mierda!— Saltó para evitar que se le clavaran los proyectiles, pero eso le impidió reaccionar a tiempo para intentar ayudar a los sujetos.