19/10/2018, 04:59
¿Por qué viajar de Amegakure al País del Fuego solo para tomar un baño...? No. No estaba solo tomando un baño. Akasha había decidido tomarse una semana de vacaciones para pensar. Desde siempre había estado entrenando fuerte para cumplir con su venganza. Se envolvió tanto en cumplir con esa meta, que olvidó darse un poco de amor a sí misma. Ya no tenía pasatiempos y solo vivía para darle fin a esos malditos degenerados que acabaron con su tribu. Sin embargo, Akasha se dió cuenta del "error" que estaba cometiendo. No estaba disfrutando de la vida. Así que por el momento puso un pare en su objetivo para poder refrescar su mente y seguir entrenando más descansada. No quería tener un desgaste físico y que después eso le pagara las consecuencias.
Pero no todo serían vacaciones color de rosa. La kunoichi había viajado a esa aldea con una misión de la que nadie sabía, ni si quiera Yui, la Kage de su aldea: Akasha quería buscar algúna pista de los malditos que dieron fin a su vida. Quería saber si escuchaba o daba con ellos de alguna u otra manera. Quizás esos desgraciados estuvieran haciéndo destrozos en otros países. Era imposible que la tierra se los hubiera tragado así sin mas. Y jamás aceptaría el hecho de que otra persona diera fin a la vida de esos delincuentes. Eso era trabajo para la dama de la oscuridad.
Era de noche en el País del Fuego, y la jóven de cabellos azabache había decidido que era hora de darse un baño lejos de la comunidad, allá en la naturaleza donde nadie la interrumpiera. Esta vez la fémina traía puesto un elegante kimono de color negro, con bordes dorados, y en la espalda un diseño de dragón chino del mismo color secundario.
Observó a su alrededor y no vió a nadie. Una leve neblina se asomaba sobre el lago, que lo único que le iluminaba era la luz de la luna llena que en ocasiones se escondía detrás de las nubes. Como si el lugar fuera suyo, la jóven kunoichi desamarró sus vestimentas y las dejó caer al suelo, al lado de su mochila que estaba debajo de un árbol en las cercanías de la orilla del lago. Llevó su mano a los broches de su cabello y los removió para dejar que sus cabellos azabache cayeran por su piel, cubriendo sus pechos, pero pinchando sobre sus cabellos el adorno en forma de flor dorada.
Caminó con elegancia hacia el lago y sumergió sus pies en las cálidas aguas. Se cruzó de brazos para mirar la luna llena y dar un suspiro pesado, liberando el stress y relajando su cuerpo para disfrutar del momento. Se adentró hacia las claras aguas, dejándose llevar por el llamado de la madre naturaleza, y allí sumergió su cuerpo hasta la cintura. Tomaba agua con las manos para pasarla por su cuerpo, con movimientos suaves, tan solo disfrutando del momento, a espaldas de la orilla. Su larga y fina cabellera no dejaba que vieran la cicatriz que había en su espalda.
De momento no traía la bandana de su aldea visible. La había guardado en el pequeño apartamento que alquiló, pero sus objetos ninja estaban dentro de la mochila. Por ahora solo quería descansar.
Pero no todo serían vacaciones color de rosa. La kunoichi había viajado a esa aldea con una misión de la que nadie sabía, ni si quiera Yui, la Kage de su aldea: Akasha quería buscar algúna pista de los malditos que dieron fin a su vida. Quería saber si escuchaba o daba con ellos de alguna u otra manera. Quizás esos desgraciados estuvieran haciéndo destrozos en otros países. Era imposible que la tierra se los hubiera tragado así sin mas. Y jamás aceptaría el hecho de que otra persona diera fin a la vida de esos delincuentes. Eso era trabajo para la dama de la oscuridad.
Era de noche en el País del Fuego, y la jóven de cabellos azabache había decidido que era hora de darse un baño lejos de la comunidad, allá en la naturaleza donde nadie la interrumpiera. Esta vez la fémina traía puesto un elegante kimono de color negro, con bordes dorados, y en la espalda un diseño de dragón chino del mismo color secundario.
Observó a su alrededor y no vió a nadie. Una leve neblina se asomaba sobre el lago, que lo único que le iluminaba era la luz de la luna llena que en ocasiones se escondía detrás de las nubes. Como si el lugar fuera suyo, la jóven kunoichi desamarró sus vestimentas y las dejó caer al suelo, al lado de su mochila que estaba debajo de un árbol en las cercanías de la orilla del lago. Llevó su mano a los broches de su cabello y los removió para dejar que sus cabellos azabache cayeran por su piel, cubriendo sus pechos, pero pinchando sobre sus cabellos el adorno en forma de flor dorada.
Caminó con elegancia hacia el lago y sumergió sus pies en las cálidas aguas. Se cruzó de brazos para mirar la luna llena y dar un suspiro pesado, liberando el stress y relajando su cuerpo para disfrutar del momento. Se adentró hacia las claras aguas, dejándose llevar por el llamado de la madre naturaleza, y allí sumergió su cuerpo hasta la cintura. Tomaba agua con las manos para pasarla por su cuerpo, con movimientos suaves, tan solo disfrutando del momento, a espaldas de la orilla. Su larga y fina cabellera no dejaba que vieran la cicatriz que había en su espalda.
De momento no traía la bandana de su aldea visible. La había guardado en el pequeño apartamento que alquiló, pero sus objetos ninja estaban dentro de la mochila. Por ahora solo quería descansar.