19/10/2018, 06:34
Llevaba sus manos por su cuerpo lavándolo y arrepintiéndose de no haber traído consigo algún jabón o enjuague para el cabello. Llegó a sumergirse por completo y a salir a superficie para terminar de bañarse. Ya se daría un mejor baño en el pequeño apartamento. Aunque comenzaba a arrepentirse un poco de haber gastado un poco más de lo que debía en sus ahorros. Tendría que trabajar más duro cuando llegara a la aldea para poder conseguir de vuelta el dinero que gastó. Era un poco problemático. Quizás tendría que sacrificar una semana de buena comida, por haberse pasado de la raya.
Nuevamente volvió a relajarse. Tenía ganas de flotar en el lago. De momento tan solo escuchaba los grillos y otros animales nocturnos cantar una sinfonía en la noche. Trataba de mantener su mente en blanco para no pensar en el pasado o en el futuro. Solo disfrutaba a solas... O bueno, eso creía. Porque pronto una voz le interrumpió su silencio, haciéndole una pregunta que no era tan... de la importancia ajena.
Sonrió por lo bajo y se quedó de espaldas limpiándo sus orejas, arreglándo sus cabellos, como si no le hubiera escuchado. Se estaba tomando su tiempo. Giró lentamente, con aquella sonrisa leve aun en su rostro, quedando de frente a él, con sus largos mechones bajando por su cuerpo y tapando parte de su desnudez. Si, era peligroso. Pero ella ya estaba acostumbrada al peligro. Había vivido un sin fin de cosas; Había besado a la mismísima muerte y estaba ahí, viva. Quizás estaba sobrestimando su suerte, o quizás estaba pidiendo a gritos que la mataran.
-¿Por qué deberíamos temer a la noche? ¿Por qué limitarnos a disfrutar el día? - Hizo aquellas preguntas con un tono de voz calmado. Quería hacerlo pensar. Liberarlo de ataduras mentales, o eso fue lo que pensó, pero no podía juzgarlo tan rápido. Extendió su mano hacia al frente, para ser más precisos, hacia él, en señal de invitación. Las cálidas aguas bajaban de su mano y regresaban a su hogar.
-A veces la noche es tu amiga. - Mencionó con un tono de voz tranquilo, refiriéndose a que en el mismísimo día podían haber peores peligros que en la noche. -Acompáñame a tomar un baño y hablemos un rato, que no muerdo.- Dejó salir una leve risa de sus labios. Nada malicioso, solo una risa divertida. Discimuladamente le había observado de arriba a abajo, las vestimentas y ese gran abaníco que traía a sus espaldas, buscando a ver si traía consigo alguna otra arma oculta. ¿Traía una bandana en el cuello...? Pero no lograba ver de que aldea era, dada la distancia. -Quizás y usted podría protegerme, oficial.
Su mano siguió extendida en señal de invitación. Si la rechazaba: Bajaría su mano y seguiría con el baño. Si se acercaba, le tomaría la mano y lo ayudaría a meterse. Él podría hasta seguirlo de largo y ella se quedaría en el lago sin ningún problema.
Nuevamente volvió a relajarse. Tenía ganas de flotar en el lago. De momento tan solo escuchaba los grillos y otros animales nocturnos cantar una sinfonía en la noche. Trataba de mantener su mente en blanco para no pensar en el pasado o en el futuro. Solo disfrutaba a solas... O bueno, eso creía. Porque pronto una voz le interrumpió su silencio, haciéndole una pregunta que no era tan... de la importancia ajena.
Sonrió por lo bajo y se quedó de espaldas limpiándo sus orejas, arreglándo sus cabellos, como si no le hubiera escuchado. Se estaba tomando su tiempo. Giró lentamente, con aquella sonrisa leve aun en su rostro, quedando de frente a él, con sus largos mechones bajando por su cuerpo y tapando parte de su desnudez. Si, era peligroso. Pero ella ya estaba acostumbrada al peligro. Había vivido un sin fin de cosas; Había besado a la mismísima muerte y estaba ahí, viva. Quizás estaba sobrestimando su suerte, o quizás estaba pidiendo a gritos que la mataran.
-¿Por qué deberíamos temer a la noche? ¿Por qué limitarnos a disfrutar el día? - Hizo aquellas preguntas con un tono de voz calmado. Quería hacerlo pensar. Liberarlo de ataduras mentales, o eso fue lo que pensó, pero no podía juzgarlo tan rápido. Extendió su mano hacia al frente, para ser más precisos, hacia él, en señal de invitación. Las cálidas aguas bajaban de su mano y regresaban a su hogar.
-A veces la noche es tu amiga. - Mencionó con un tono de voz tranquilo, refiriéndose a que en el mismísimo día podían haber peores peligros que en la noche. -Acompáñame a tomar un baño y hablemos un rato, que no muerdo.- Dejó salir una leve risa de sus labios. Nada malicioso, solo una risa divertida. Discimuladamente le había observado de arriba a abajo, las vestimentas y ese gran abaníco que traía a sus espaldas, buscando a ver si traía consigo alguna otra arma oculta. ¿Traía una bandana en el cuello...? Pero no lograba ver de que aldea era, dada la distancia. -Quizás y usted podría protegerme, oficial.
Su mano siguió extendida en señal de invitación. Si la rechazaba: Bajaría su mano y seguiría con el baño. Si se acercaba, le tomaría la mano y lo ayudaría a meterse. Él podría hasta seguirlo de largo y ella se quedaría en el lago sin ningún problema.