20/10/2018, 03:22
El líquido pegajoso cayó tanto sobre el animal cómo de los hombres armados, escurriéndose hasta que las patas y piernas de los presentes quedaran pegadas al suelo.
—¡MALDITO NIÑATO!— Bramó furioso el hombre que parecía ser el líder de aquel trío. —¿Cómo se atreven a interferir en esto?— Arremetió contra los genins mientras intentaba torpemente recargar su ballesta en aras de rematar a la bestia. —¿Ya no eres tan rudo eh? ¡Al menos ahora sí estás a tiro!— Dijo mientras apuntaba directo al rostro del gran lobo, mostrando una sonrisa torcida de triunfo.
—¡Tch!— El Yotsuki no estaba seguro si debía ponerse del lado del lobo o de los sujetos, aunque notó algo en la actitud de aquel cazador que le ayudó a decidir de qué bando ponerse. "Además yo no tengo técnicas de contención cómo para frenar a estos tipos." Sin embargo, era muy bueno para una cosa: Y esa cosa era causar dolor. —¡Chidori Senbon!— No se lo pensó dos veces y apuntó a las manos del sujeto, formando con su chakra agujas que se clavaron en sus brazos y provocando que este soltase su arma, mientras el resto de las senbons pasaban de largo. —¡Yo no voy a andarme con sutilezas cómo este enano de aquí!— Sonrió con cinismo.
—¡Hijo de puta!— Maldijo el sujeto mientras se retorcía por el dolor de las punzadas en sus manos.
—Condenados shinobis, ¿quieren robarse nuestro premio?— Rugió el otro hombre que estaba a la par.
Mientras todos discutían, los ojos del lobo se mantenían fijos, escudriñando a los presentes. De pronto, el animal gruño fuertemente, a la vez que logró usar su fuerza para despegarse de la trampa pegajosa empleada por Geki, algo que él bien sabía que no debía ser posible. Una vez libre, el animal retrocedió lentamente, hasta girarse y huir nuevamente con dirección al bosque a una velocidad impresionante. Los otros dos sujetos dispararon nuevamente, pero los proyectiles pasaron de largo sin poder alcanzar al can.
—¡Esto es su culpa, por meterse dónde nadie los llama!— Insultó por enésima vez a los ninjas.
—ESTÚPIDOS. No les basta con joder a las naciones cómo la nuestra con sus disputas sin sentido, ¡ahora interfieren con sus tonterías!— Clamó el tercero que había estado guardando silencio hasta ese momento.
—¡MALDITO NIÑATO!— Bramó furioso el hombre que parecía ser el líder de aquel trío. —¿Cómo se atreven a interferir en esto?— Arremetió contra los genins mientras intentaba torpemente recargar su ballesta en aras de rematar a la bestia. —¿Ya no eres tan rudo eh? ¡Al menos ahora sí estás a tiro!— Dijo mientras apuntaba directo al rostro del gran lobo, mostrando una sonrisa torcida de triunfo.
—¡Tch!— El Yotsuki no estaba seguro si debía ponerse del lado del lobo o de los sujetos, aunque notó algo en la actitud de aquel cazador que le ayudó a decidir de qué bando ponerse. "Además yo no tengo técnicas de contención cómo para frenar a estos tipos." Sin embargo, era muy bueno para una cosa: Y esa cosa era causar dolor. —¡Chidori Senbon!— No se lo pensó dos veces y apuntó a las manos del sujeto, formando con su chakra agujas que se clavaron en sus brazos y provocando que este soltase su arma, mientras el resto de las senbons pasaban de largo. —¡Yo no voy a andarme con sutilezas cómo este enano de aquí!— Sonrió con cinismo.
—¡Hijo de puta!— Maldijo el sujeto mientras se retorcía por el dolor de las punzadas en sus manos.
—Condenados shinobis, ¿quieren robarse nuestro premio?— Rugió el otro hombre que estaba a la par.
Mientras todos discutían, los ojos del lobo se mantenían fijos, escudriñando a los presentes. De pronto, el animal gruño fuertemente, a la vez que logró usar su fuerza para despegarse de la trampa pegajosa empleada por Geki, algo que él bien sabía que no debía ser posible. Una vez libre, el animal retrocedió lentamente, hasta girarse y huir nuevamente con dirección al bosque a una velocidad impresionante. Los otros dos sujetos dispararon nuevamente, pero los proyectiles pasaron de largo sin poder alcanzar al can.
—¡Esto es su culpa, por meterse dónde nadie los llama!— Insultó por enésima vez a los ninjas.
—ESTÚPIDOS. No les basta con joder a las naciones cómo la nuestra con sus disputas sin sentido, ¡ahora interfieren con sus tonterías!— Clamó el tercero que había estado guardando silencio hasta ese momento.