23/09/2015, 23:43
Haciendo circulos con el dedo índice sobre la mesa, el albino intentaba no sucumbir a la desesperanza. Su estómago gritaba por comida, mientras que su cabeza gritaba por venganza hacia su principal motivo en ese restaurante, comer. Todo podía resumirse en una simple idea, necesitaba comer.
Al fin llegó Juro a la mesa, algo abatido de espíritu, y anunció al peliblanco que la comida ya estaba pedida. Antes siquiera de que el albino se alegrase, acercó a éste el listado de precios y le comentó que había que pagar por adelantado. Sin duda, ésta extraña solicitud daba muestra de cuál era el principal problema, sus vestimentas. Quizás le habían confundido con algún tipo de mendigo o algo...
El chico dejó caer un suspiro, resignado. Aunque ya poco le importaba, no iba a ir a otro sitio a comer, o a comprar ropas nuevas antes de comer... ya iba a tener que aguantar la situación, o acudiría a la histeria o demencia.
—Está bien... ya veo por donde van los tiros...— Informó a su compañero de comida mientras sacaba la billetera. —Uno ya no puede ni trabajar... termino una misión, y por preferir comer antes de comprarme otras ropas se me mira con mala cara... que gente mas divertida...—
Pese a que su comentario era una verdadera crítica a esa lacra de sociedad, en su rostro no hacía mas que dibujarse una sonrisa. No parecía alterarle en absoluto, salvo porque había despotricado semejantes cosas. Sin parsimonia alguna, sacó el dinero lo dejó entre Juro y él. Sin mas, sobre éste dinero puso el servilletero.
—La camarera verá que aquí está el dinero, pero no lo va a coger hasta que hayamos comido. Tenemos igual derecho al resto de la gente... ¿no crees?—
Con una sabiduría macabra, el albino dejó bien claro su propósito.
Al fin llegó Juro a la mesa, algo abatido de espíritu, y anunció al peliblanco que la comida ya estaba pedida. Antes siquiera de que el albino se alegrase, acercó a éste el listado de precios y le comentó que había que pagar por adelantado. Sin duda, ésta extraña solicitud daba muestra de cuál era el principal problema, sus vestimentas. Quizás le habían confundido con algún tipo de mendigo o algo...
El chico dejó caer un suspiro, resignado. Aunque ya poco le importaba, no iba a ir a otro sitio a comer, o a comprar ropas nuevas antes de comer... ya iba a tener que aguantar la situación, o acudiría a la histeria o demencia.
—Está bien... ya veo por donde van los tiros...— Informó a su compañero de comida mientras sacaba la billetera. —Uno ya no puede ni trabajar... termino una misión, y por preferir comer antes de comprarme otras ropas se me mira con mala cara... que gente mas divertida...—
Pese a que su comentario era una verdadera crítica a esa lacra de sociedad, en su rostro no hacía mas que dibujarse una sonrisa. No parecía alterarle en absoluto, salvo porque había despotricado semejantes cosas. Sin parsimonia alguna, sacó el dinero lo dejó entre Juro y él. Sin mas, sobre éste dinero puso el servilletero.
—La camarera verá que aquí está el dinero, pero no lo va a coger hasta que hayamos comido. Tenemos igual derecho al resto de la gente... ¿no crees?—
Con una sabiduría macabra, el albino dejó bien claro su propósito.