22/10/2018, 00:14
Shida asintió con parsimonia y se levantó a rajatabla, para rodear el escritorio a paso de anciano.
—Verás, hace un buen tiempo ya que mis capacidades no son tan templadas y capaces como una vez lo fueron. En una subasta, mi buen muchacho, no sólo necesitas de un conocimiento empírico y profundo acerca de aquello que se venderá al público, lo que te permite saber cuándo, cómo y cuánto proponer al orador durante la tasada del o de los artículos; también necesitas de una mano rápida y precisa que alce esa buena paleta con tu número antes de que otro lo haga primero que tú. Se necesita de una mente vívida, de una memoria casi eidética. Precisas reconocer rostros, costumbres, nombres, preferencias. Imagina una subasta como si fuera un campo de guerra, Riko, al que no te arrojas sin conocer lo máximo posible acerca de tu enemigo para así poder actuar en función de esos conocimientos en apenas unos segundos, si deseas irte a casa a salvo y con la victoria. Lo que sucederá esta noche no es muy diferente, salvo por el hecho de que nadie morirá, al menos en ésta ocasión.
Una ligera risotada, ronca y maltrecha, salió del viejo.
»Riko-kun, tú tendrás que ser mis ojos. Mi memoria. Y si me lo preguntas ahora, te diría que hasta mi voz. Todas ellas desgastadas y maltrechas por mi edad.
—Verás, hace un buen tiempo ya que mis capacidades no son tan templadas y capaces como una vez lo fueron. En una subasta, mi buen muchacho, no sólo necesitas de un conocimiento empírico y profundo acerca de aquello que se venderá al público, lo que te permite saber cuándo, cómo y cuánto proponer al orador durante la tasada del o de los artículos; también necesitas de una mano rápida y precisa que alce esa buena paleta con tu número antes de que otro lo haga primero que tú. Se necesita de una mente vívida, de una memoria casi eidética. Precisas reconocer rostros, costumbres, nombres, preferencias. Imagina una subasta como si fuera un campo de guerra, Riko, al que no te arrojas sin conocer lo máximo posible acerca de tu enemigo para así poder actuar en función de esos conocimientos en apenas unos segundos, si deseas irte a casa a salvo y con la victoria. Lo que sucederá esta noche no es muy diferente, salvo por el hecho de que nadie morirá, al menos en ésta ocasión.
Una ligera risotada, ronca y maltrecha, salió del viejo.
»Riko-kun, tú tendrás que ser mis ojos. Mi memoria. Y si me lo preguntas ahora, te diría que hasta mi voz. Todas ellas desgastadas y maltrechas por mi edad.