22/10/2018, 12:11
Fue Daruu quien la sacó de su ensimismamiento con un suave golpecito en el hombro.
—Oye, tú. Que te presentes y punto. ¿O vas a dejar que te siga ganando en otra cosa más? ¿Eh, carapapa?
Ayame volvió la cabeza hacia él, con el ceño fruncido.
—Cállate, pelopincho —le espetó, y la comisura de sus labios se estiró en una sonrisa taimada—. ¿O debo recordarte lo que ocurrió la última vez que medimos fuerzas?
Todo fanfarronería, por supuesto. Ese combate había ocurrido hacía demasiado tiempo, y Ayame era consciente de lo mucho que había mejorado Daruu. Además, ese mismo enfrentamiento había ocurrido justo después de que el chico perdiera los ojos, por lo que ni siquiera se había habituado a luchar sin ellos. Aún así, Ayame volvió la mirada al frente y se metió otro bollito en la boca.
—Oye, tú. Que te presentes y punto. ¿O vas a dejar que te siga ganando en otra cosa más? ¿Eh, carapapa?
Ayame volvió la cabeza hacia él, con el ceño fruncido.
—Cállate, pelopincho —le espetó, y la comisura de sus labios se estiró en una sonrisa taimada—. ¿O debo recordarte lo que ocurrió la última vez que medimos fuerzas?
Todo fanfarronería, por supuesto. Ese combate había ocurrido hacía demasiado tiempo, y Ayame era consciente de lo mucho que había mejorado Daruu. Además, ese mismo enfrentamiento había ocurrido justo después de que el chico perdiera los ojos, por lo que ni siquiera se había habituado a luchar sin ellos. Aún así, Ayame volvió la mirada al frente y se metió otro bollito en la boca.