25/09/2015, 02:41
Juro pareció aceptar con recelo la propuesta del albino. La idea de tentar contra la chica quizás no le gustó demasiado, pero pese a ello aceptó. Quizás no hacían mas que jugársela, pues esa acción seguramente no entrase por buena vista. Pero en fin, el dinero estaba sobre la mesa, y lo tomarían cuando fuesen servidos como dios manda. Es decir, bajo un diluvio. No, espera, el diluvio solo cuando el desastre de la humanidad sea incontrolable... por el momento se podía confiar en Blame.
La curiosidad mató al gato, y en ésta ocasión el gato era bípedo. Juro era un gato bastante humanizado... bueno, tampoco es que fuese un gato, y tampoco es que fuese a matarlo el albino por el hecho de preguntarle. Sin embargo, el chico quiso indagar un poco. Preguntó si su condición era así de lúgubre a causa de la misión, así como si el Senju era un shinobi.
—No... no soy un shinobi.— Contestó con una sonrisa dantesca. —Soy un cazarecompensas. El ninjutsu, y el servir a un mero señor feudal no me convence... Soy libre, y cazo personas por un módico precio.—
Dicho eso, el chico se miró las prendas. Una risa se le vino de pronto, recordando lo que había pasado recientemente.
—Si... digamos que mi último trabajo se me fue de las manos... la cosa se puso bastante fea, pero aquí ando aún en pie.—
La tendera se acercó al fin a la mesa, y puso primero los boles de ramen. Observó que el dinero se encontraba bajo el servilletero, hizo amago para tomarlo, pero sin embargo no lo hizo. La mirada del chico y de la chica se cruzaron, y casi parecieron saltar rayos láser entre ambos. Con la cabeza bien alta, la chica se alejó de la mesa.
—Supongo que después de comer iré a comprar unas ropas nuevas... aunque éste tipo de miradas no me terminan de desagradar. Me traen añoranza...—
Sin preámbulos, el albino tomó los palillos, los partió de una vez separándolos con éxito, y se acercó su bol.
—Que aproveche!—
Libre de pecado, o algo parecido, el chico comenzó a atacar su bol con bastantes ganas. Se notaba que hacía tiempo que no comía...
La curiosidad mató al gato, y en ésta ocasión el gato era bípedo. Juro era un gato bastante humanizado... bueno, tampoco es que fuese un gato, y tampoco es que fuese a matarlo el albino por el hecho de preguntarle. Sin embargo, el chico quiso indagar un poco. Preguntó si su condición era así de lúgubre a causa de la misión, así como si el Senju era un shinobi.
—No... no soy un shinobi.— Contestó con una sonrisa dantesca. —Soy un cazarecompensas. El ninjutsu, y el servir a un mero señor feudal no me convence... Soy libre, y cazo personas por un módico precio.—
Dicho eso, el chico se miró las prendas. Una risa se le vino de pronto, recordando lo que había pasado recientemente.
—Si... digamos que mi último trabajo se me fue de las manos... la cosa se puso bastante fea, pero aquí ando aún en pie.—
La tendera se acercó al fin a la mesa, y puso primero los boles de ramen. Observó que el dinero se encontraba bajo el servilletero, hizo amago para tomarlo, pero sin embargo no lo hizo. La mirada del chico y de la chica se cruzaron, y casi parecieron saltar rayos láser entre ambos. Con la cabeza bien alta, la chica se alejó de la mesa.
—Supongo que después de comer iré a comprar unas ropas nuevas... aunque éste tipo de miradas no me terminan de desagradar. Me traen añoranza...—
Sin preámbulos, el albino tomó los palillos, los partió de una vez separándolos con éxito, y se acercó su bol.
—Que aproveche!—
Libre de pecado, o algo parecido, el chico comenzó a atacar su bol con bastantes ganas. Se notaba que hacía tiempo que no comía...