26/10/2018, 19:33
(Última modificación: 26/10/2018, 19:33 por Amedama Daruu.)
«¿Nin... neko?». Daruu no había oído la palabra en toda su vida. Aunque sí que había oído hablar de animales que hablaban y de animales ninja. No en vano su madre tenía firmado un pacto con los perros. «¿De modo que esta familia de gatos es una de esas, quizá...? Vaya vaya, Amegakure. Cuántas sorpresas escondes en tus callejones.»
El callejón de Nesobo estaba a la vuelta de la esquina. Daruu suspiró de forma exagerada, y se miró las esposas de hielo, que todavía le apresaban sin piedad alguna. «Mientras sepan quitarme estas cosas, me da igual qué sean o qué dejen de ser.»
Pero cuando llegaron, algo le llamó negativamente la atención. La anciana estaba envuelta en su capa arrugada y sucia, y no se movía. Los gatos armaban un buen escándalo, incluso desde la entrada del callejón. Daruu aceleró el paso, y el corazón comenzó a latirle con temor.
«No, por favor...»
—¡Nesobo-san! Nesobo-san, ¿está usted bien?
El callejón de Nesobo estaba a la vuelta de la esquina. Daruu suspiró de forma exagerada, y se miró las esposas de hielo, que todavía le apresaban sin piedad alguna. «Mientras sepan quitarme estas cosas, me da igual qué sean o qué dejen de ser.»
Pero cuando llegaron, algo le llamó negativamente la atención. La anciana estaba envuelta en su capa arrugada y sucia, y no se movía. Los gatos armaban un buen escándalo, incluso desde la entrada del callejón. Daruu aceleró el paso, y el corazón comenzó a latirle con temor.
«No, por favor...»
—¡Nesobo-san! Nesobo-san, ¿está usted bien?