28/10/2018, 23:00
Triste, pero manteniendo una compostura impropia de la personalidad de niño pequeño que había utilizado hasta ahora, Yuki se agachó para dar su última despedida a Nesobo. El gato-muchacho cogió el gran pergamino que había al lado de la abuela y se dirigió hacia Daruu, confesándole las que creía que eran las últimas intenciones de Nesobo y entregándoselo.
Daruu retrocedió un paso, entre dudoso e incrédulo.
—Oye, oye. ¿No irás en serio? Una familia de animales ninja. ¿A mi? P-pero... ¿por qué? —Pese a sus palabras, Daruu agarró torpemente el rollo, que apenas le cabía en el hueco entre las dos palmas de sus dos manos esposadas—. Ay. Yuki-san... no sabrás por casualidad... esa técnica de fuego azul de la abuela Nesobo, ¿no? No sé cómo quitarme estos... Ugh, trastos.
Daruu retrocedió un paso, entre dudoso e incrédulo.
—Oye, oye. ¿No irás en serio? Una familia de animales ninja. ¿A mi? P-pero... ¿por qué? —Pese a sus palabras, Daruu agarró torpemente el rollo, que apenas le cabía en el hueco entre las dos palmas de sus dos manos esposadas—. Ay. Yuki-san... no sabrás por casualidad... esa técnica de fuego azul de la abuela Nesobo, ¿no? No sé cómo quitarme estos... Ugh, trastos.