29/10/2018, 00:18
Antes de contar la historia que se avenía con la interrogante de Riko, Shida le pidió al muchacho que le siguiera el paso. Lo primero que hizo fue acercarse hasta la puerta de entrada, girar la llave en el picaporte, y cerrar con seguro. Luego volteó el cartel de abierto, para aclarar que cerraban por el resto del día.
Habiéndose asegurado de que nadie les perturbaría, regresó hasta los pasillos aledaños y cruzó la recepción hasta aventurarse a una habitación acogedora que parecía ser más una especie de oficina personal. El interior constaba de un escritorio, varios archiveros cargados de polvo y papeles que pertenecían asumiblemente a sus registros contables, títulos de propiedad y menesteres similares.
Shida se acercó a la cafetera y comenzó a preparar dos té.
—Una bitácora del pasado. Cientos y cientos de páginas con locaciones arcaicas en donde Yama-Uba ocultó las armas que profanó de la tumba de grandes guerreros. Fue colgada por ello, allá en la época del inicio, antes de que se erigieran las primeras cinco Aldeas. Era una leyenda, hasta ahora.
Habiéndose asegurado de que nadie les perturbaría, regresó hasta los pasillos aledaños y cruzó la recepción hasta aventurarse a una habitación acogedora que parecía ser más una especie de oficina personal. El interior constaba de un escritorio, varios archiveros cargados de polvo y papeles que pertenecían asumiblemente a sus registros contables, títulos de propiedad y menesteres similares.
Shida se acercó a la cafetera y comenzó a preparar dos té.
—Una bitácora del pasado. Cientos y cientos de páginas con locaciones arcaicas en donde Yama-Uba ocultó las armas que profanó de la tumba de grandes guerreros. Fue colgada por ello, allá en la época del inicio, antes de que se erigieran las primeras cinco Aldeas. Era una leyenda, hasta ahora.