2/11/2018, 22:33
Nara Shikako suspiró. A sus sesenta años de edad, había visto de todo. Ninjas que aseguraban tener una urgencia y no era más que querer contarle al Morikage que habían tenido éxito en su primera misión. Jóvenes que todavía debían mamar del pecho de su madre asegurando que tenían algo importante que contar, y no era otra cosa que habían logrado dominar tal o cual técnica, y que por favor le tuviesen en cuenta para el próximo examen Chunin. Cuando ella era joven no ocurría tanto, pero en los últimos tiempos nunca faltaba el tonto del año que trataba de metérsela doblada.
Pero aquel chico ya no era un infante. Había realizado varias misiones con éxito, y, entre ellas, había participado junto a Yubiwa en una. Eso tenía que significar algo.
—Está bien. Ya sabes donde encontrarle. Por las escaleras de la derecha hasta el último piso —le informó por si acaso.
Pero aquel chico ya no era un infante. Había realizado varias misiones con éxito, y, entre ellas, había participado junto a Yubiwa en una. Eso tenía que significar algo.
—Está bien. Ya sabes donde encontrarle. Por las escaleras de la derecha hasta el último piso —le informó por si acaso.